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¿Casual o causal?> Por Óscar Herrera

A la finalización del partido en Fuenlabrada, mi compañero y amigo Máximo Martín me comentaba que el encuentro le había recordado a alguno de los de la temporada pasada con Antonio Calderón de entrenador. Efectivamente. Fue un encuentro calderoniano. Con un Tenerife sin alma, sin ritmo, sin intensidad, sin llegada al área rival y sin tantas de las cosas que había impregnado el estilo Cervera desde su llegada al banquillo blanquiazul. Por si fuera poco, las palabras posteriores del entrenador en sala de prensa transmiten una preocupación adjunta al pobre y desastroso encuentro en campo fuenlabreño. Coincidencia o no, es cierto que el peor Tenerife en números y juego ha llegado cuando el técnico local ha tocado cosas del equipo, y ha cambiado piezas que venían funcionando en los primeros ocho partidos. Es evidente que algo está pasando, y para eso está el entrenador, que es el que tiene que buscar los motivos del empeoramiento y ver si es casualidad o causalidad. El tiempo dirá, pero ahora hay que cambiar el rumbo errático de las últimas semanas, antes de que cunda el desánimo.