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De chiste – Por Jorge Bethencourt

Dicen que la Dirección General de Tráfico, siempre alerta en su tarea de velar por la seguridad de todos los conductores de España, ha preparado una intensa campaña de Navidades. Básicamente se trata de sacarnos los higadillos por la cartera. Para salvarnos, mayormente.

Si es usted lo suficientemente idiota como para beberse unas copas y coger el volante, sepa que le puede caer la mundial. Pero si es abstemio, no se las prometa tan felices. Porque le van a mirar con lupa los papeles del coche, el estado de los neumáticos, el triángulo, los chalecos reflectantes, las luces de repuesto y, si lleva gafas, el segundo par que obligatoriamente debe llevar en la guantera. “Esto va muy en serio”, me cuentan. Hay que hacer caja con los miles de conductores que van a coger el coche en estas entrañables fiestas.

La campaña me recuerda un viejo chiste. Una pareja de la Guardia Civil detiene a un conductor en una carretera comarcal y, tras pedirle la documentación y el carné de conducir, le solicitan que abra el maletero para comprobar que lleva la rueda de repuesto. Cuando el conductor obedece, comprueban que lleva un monociclo y unos aros de esos que se usan en los circos para hacer malabarismo. Entonces a uno de los guardias civiles se le rayan los ojos de la emoción. “Es que me acaba de recordar usted a mi padre, en paz descanse, que trabajaba en las ferias haciendo malabarismos con un monociclo y unos aros como estos. Ha muerto hace muy poco y lo enterramos con esos trastos que eran su vida”, le dice al conductor.

El hombre, impresionado por la emoción del agente, le expresa su sentido pésame. Entonces, el compañero del guardia se acerca al conductor y le dice: “Señor, no quisiera molestarle. Pero me pregunto si a usted no le importaría, en homenaje al padre de mi compañero y porque sé que le va a gustar mucho, hacer un poco de malabarismo aquí en el arcén. Si usted me dice que no, no se preocupe, que lo voy a entender. Pero es que creo que lo haría muy feliz”.

El ciudadano ni se lo piensa. Sonríe y asiente vigorosamente. Se quita la chaqueta, se sube encima del monociclo y empieza a pedalear de alante hacia atrás en el arcén mientras lanza los aros al aire. Al agente de la benemérita se le saltan las lágrimas.

Entonces pasa por la carretera un camión. El conductor mira asombrado a la pareja de la Guardia Civil y al hombre que hace malabarismos subido en la bicicleta de una sola rueda. Entonces se pone rojo, abre la ventanilla del acompañante y al pasar grita a todo pulmón:

-¡Cabrooooones! ¡Cada día lo ponéis más difícil!

Bueno. Tal vez estas Navidades deje de ser un chiste.

@JLBethencourt