Un colegio ejemplar – Por Juan Manuel Bethencourt

Me va a permitir el director de este periódico que comparta la breve reflexión sobre una realidad que, por haberla vivido durante años, conoce con mucha mayor autoridad que yo. Pero no son demasiadas las ocasiones en las que uno puede escribir con cierto conocimiento sobre un colegio que no es el suyo ni el de sus hijos, de modo que vamos allá. Entre la pléyade de colegios laguneros, públicos y concertados, que cada día del año contribuyen a la cohesión de la sociedad presente y futura en nuestro municipio, el ejemplo del Cisneros Alter de La Cuesta me parece particularmente representativo. Ni mejor ni peor que ningún otro, en sus aulas, y en las voces de su equipo directivo, se aprecia ambición y amor al trabajo bien hecho. No deja de llamarme la atención el hecho de que un centro no perteneciente a ninguna congregación religiosa sea capaz de organizar cada año un espectáculo navideño de primer nivel, en el que la festividad es entendida como oportunidad para el encuentro, entre familias, entre alumnos, entre docentes; música, ingenio y solidaridad presiden la función. Al final el concepto de familia no se mide por la cantidad, sino por la calidad, y la familia del Cisneros se mantiene pujante por el empeño de cuidarse a sí misma, por combinar ese principio que tantas veces nos falta y que se llama responsabilidad, con nosotros mismos y respecto a los que nos rodean, porque ambas facetas no son antitéticas, sino complementarias. Como ocurre siempre, la diferencia siempre la hacen las personas, aquellas que inspiran y aquellas que se convierten en herramientas de un sueño que de individual deviene en colectivo. Hace medio siglo que Antonio López Bonillo, un tipo de y con carácter, puso los primeros ladrillos de este proyecto; le acompañaban su esposa y un grupito de alumnos, con un piso santacrucero como escenario para el germen de todo lo que ha venido luego: más de ocho mil alumnos en todo este tiempo y las ganas de seguir creciendo al paso de los tiempos y si es posible un metro por delante. Bonillo parece, hasta físicamente, un jesuita laico que tiene claro eso de que si quieres obtener tus objetivos a largo plazo lo mejor que puedes hacer es ponerte a trabajar muy duro durante la próxima hora. Para él, para ellos, y para todos aquellos empeñados en desmentir los titulares que denigran diariamente a la educación en Canarias, vaya este mínimo reconocimiento.

@JMBethencourt