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Democracias totalitarias – Por Jorge Bethencourt

En los tiempos turbulentos de la edad media, a los infractores de la ley se les exhibía en jaulas o en un tenebroso instrumento llamado picota, ante los ojos del pueblo. La gente podía ver las ejecuciones y asistir a la quema de brujas y herejes. El poder, consciente de la fuerza didáctica del sufrimiento, enseñaba a los reos salvajemente torturados. Cuidado que te puede pasar a ti. Que los responsables de Hacienda hayan ordenado la caza con publicidad en los medios de comunicación de personas y negocios relevantes es una versión mejorada del sistema medieval. Poco a poco nos vamos deslizando hacia unas democracias totalitarias donde el ciudadano es una pieza de museo y sus derechos reos del llamado interés general. Una de las últimas medidas de nuestro gobierno “liberal” es digna de la mejor gerontocracia comunista. Los ciudadanos producen bienes y servicios. Y lo que obtienen por ese trabajo fue convertido, tiempo ha, en un papel moneda emitido por los gobernantes; una promesa de pago, antes en oro, de los dueños del tesoro. De lo que cada una de las personas obtiene con su trabajo, los gobiernos se llevanuna tajada. Una parte para dedicarla a los ciudadanos menos favorecidos (dicen) otra para devolverla en forma de bienes y servicios comunes (carreteras que no sean de peaje, colegios que no sean de pago, hospitales sin listas de espera…) y otra para pagar generosamente a los burócratas que se encargan de protegernos y cuidarnos para que lo único malo que nos pase sea estar en sus garras.

En adelante ni siquiera seremos dueños del resultado de nuestro trabajo después de haber sido esquilmados. Aunque hayas pagado fielmente tus impuestos, el Gobierno te prohibirá gastar más de 2.500 euros en ese papel moneda que, teóricamente, fruto de tu trabajo, era tuyo. A no muy largo plazo, el poder totalitario de los Estados, nos obligará a abonar nuestras compras y transacciones con una tarjeta de plástico o el teléfono móvil. Así no sólo controlarán todos los flujos de dinero sino que tendrán una información más completa de nuestras vidas. Nadie te garantizará que no seas estafado por un hacker, ese es tu problema. De igual forma que nadie impide hoy que te asalten en una esquina a punta de navaja, aunque el Estado sea responsable de tu seguridad. El Gran Hermano, que nos numera, nos identifica y nos ordena por manadas con certificado de residencia, va conquistando, entre el silencio y la estulticia de los mansos borregos, el espacio de las libertades individuales y el derecho a decidir sobre nuestras propias vidas. La mano de hierro en el guante de seda aprieta más y más.

@JLBethencourt