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Distancia – Por Juan Carlos García

Acostumbro a salir y a regresar a casa por la acera más cercana al edificio sin deparar en los contornos ni en las dimensiones que acompañan a diario esos instantes. Hace unos días observé, no sin cierta curiosidad, desde el otro lado de la calle, a una veintena de metros de distancia, ese mismo edificio. Tras más de veinte años como vecino, esa significativa distancia me ofreció una perspectiva diferente de un lugar familiar. Como en este caso, en distintas circunstancias de la vida es necesario tomar cierta distancia respecto a lo cotidiano para intentar valorarlo en su justa medida. Sin embargo, son frecuentes las manifestaciones altisonantes de los políticos cuando se encuentran en suelo extranjero. Rajoy, en la distancia, en Afganistán, dijo el otro día algo así como que si los españoles trabajaran como los militares “las cosas irían mejor”. Desconozco cómo se lo han tomado los afortunados españoles que mantienen sus puestos de trabajo. La era de la comunicación global a toque de clic parece contradecir el tema de Los Panchos cuando dicen que la distancia es el olvido. Ya no es la distancia el comienzo del olvido, sino el silencio. Por ello, ahora nadie quiere quedarse callado por temor a ser olvidado. Quiénes mejor que los canarios para estar sensibilizados con la distancia. Apreciamos sentimental e incluso visualmente mejor la isla en la que crecimos o en la que vivimos cuando nos encontramos en cualquiera otra de las seis. La distancia geográfica de África, Europa y América con respecto a Canarias no corresponde con la distancia afectiva entre estas islas y los tres continentes. En estas fechas, propicias para acortar distancias geográficas y afectivas, tras más de veinte años de oficio entre distancias cortas, ahora, a una distancia obligatoria infranqueable, observo con perspectiva amplia y valoro en su justa medida los contornos y las dimensiones de otra casa de otro edificio. Ayer, tras 25 años de vida en común, admití que las distancias están a escala.