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Elecciones en Italia> Por Juan Manuel Bethencourt

Un año más tarde, el primer ministro italiano, Mario Monti, tira la toalla amparado en la ausencia de respaldo parlamentario suficiente, una vez que el partido de Silvio Berlusconi, que en un desafío a toda lógica semántica se llama Polo de la Libertad, le ha retirado su apoyo como paso previo al regreso del viejo caimán. Se trata de una noticia inquietante para Europa, y también para España y Canarias, que ayer mismo tenía su reflejo en el incremento de la prima de riesgo para los países financieramente más endebles de la zona euro. Esto a su vez demuestra la fragilidad de la arquitectura institucional de la Unión Europea, sus fallos de origen nunca corregidos, la escasa solidez de un cortafuegos que pretende evitar la ruptura de la zona euro para conseguirlo a duras penas y provocar a cambio una crisis económica crónica que se cobra un duro tributo para millones de ciudadanos.

No puede ser que todo se venga abajo porque un primer ministro tecnócrata, que no fue elegido en las urnas, renuncie acosado por viejas rencillas e intereses electoralistas a corto plazo. Eso el profesor Monti debió evitarlo aplicando la lógica democrática y presentándose él mismo a las elecciones generales italianas, para terminar así con su mandato interino y abrir otro de más amplias perspectivas. Su gesto, responder al desafío berlusconiano con un paso al costado, puede ser una astuta jugada de estratega frío, al desatar el miedo generalizado y provocar quizá una segunda edición de su gobierno provisional desideologizado. Pero al mismo tiempo se puede y debe concluir que esta clase de anomalías democráticas no son perdurables, pues acrecientan esa imagen según la cual el ciudadano cada vez pinta menos en la toma de decisiones a escala global que a su vez inciden de forma muy gravosa sobre el acontecer diario del hombre común.

A tenor de las encuestas serán los socialistas los encargados de recoger el testigo, aun compareciendo a los comicios sin un liderazgo claro ni un mensaje alternativo; también ellos tomarán el mensaje de Monti y dirán: o nosotros o Berlusconi, disyuntiva esta que pone los pelos de punta a cualquiera, dentro o fuera de Italia. Vienen tiempos de grandes y desagradables sorpresas en el Viejo Continente; el Movimiento Cinco Estrellas, grupo antisistema (igual eso, en estos tiempos, hay que tomarlo como un piropo) liderado por un cómico célebre, Beppe Grillo, ocupa el segundo lugar en los sondeos. Por algo será.

@JMBethencourt