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¡Feliz año bueno! – Por Antonio Pérez*

El comienzo de un nuevo año nos ofrece siempre una oportunidad para renovar proyectos y buenos deseos. Un puñado de buenos augurios en tiempos de grandes retos y desafíos, si vienen unidos al compromiso personal y colectivo, es una estupenda manera de comenzar un año. De cada uno depende que podamos afrontar con fe y coraje las dificultades presentes y mirar adelante con esperanza.

El Papa Benedicto XVI en su mensaje de primero de año, Jornada mundial de oración por la paz, nos ha recordado que “Dios está a favor de quienes se comprometen con la verdad, la justicia y el amor”. “La realización de la paz depende en gran medida del reconocimiento de que, en Dios, somos una sola familia humana”. La paz – indica el Santo Padre- “no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible”. Todos somos invitados a ir más allá de las apariencias para “descubrir la realidad positiva que existe en nuestros corazones, porque todo ser humano ha sido creado a imagen de Dios y llamado a crecer contribuyendo a la construcción de un mundo nuevo”. Les propongo leer detenida e íntegramente el mensaje del Papa para esta importante jornada.

Si miramos a nuestro alrededor, vemos signos esperanzadores en medio de no pocos retos. La realidad está haciendo que muchos saquen lo mejor de sí mismos para entregarse al servicio de los demás y a la construcción de un mundo distinto, más fraterno, más justo. No faltan, por tanto, motivos para la esperanza. Los cristianos la edificamos en las promesas de Dios, en su amor y fidelidad. Dios no falla. No estamos solos. Estamos en buenas manos, las de Dios.
Para nosotros Jesucristo – como dijera Pablo VI -”es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él, ciertamente, vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad”.

“Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, y la verdad, y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos”.

Como deseo de un feliz Año Bueno para cada uno y para todos, hago mías las palabras de Benedicto XVI: “Cada nuevo año trae consigo la esperanza de un mundo mejor. En esta perspectiva, pido a Dios, Padre de la humanidad, que nos conceda la concordia y la paz, para que se puedan cumplir las aspiraciones de una vida próspera y feliz para todos”.

* Vicario General