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El fin del mundo – Por Blanca Delia García

Mañana se acaba el mundo. Poco conozco de la predicción de los mayas, pero hay muchas señales a mi alrededor y no son precisamente brotes verdes. Ya no queda ni un solo sector contento con la realidad actual.

En las últimas 48 horas empleados públicos de la comunidad canaria se han encerrado en instalaciones del Gobierno para protestar por los presupuestos autonómicos, que consideran “los más antisociales de la historia”.

Trabajadores del Servicio Canario de Empleo que critican los recortes han sido desalojados del Parlamento regional, donde -manda narices- se hablaba del patrimonio cultural subacuático, mientras que profesores y estudiantes universitarios rodeaban la Cámara.

La Plataforma de Afectados por las Hipotecas de Tenerife ha denunciado el incumplimiento del acuerdo para la dación en pago y el acceso al alquiler social. Más gente que se queda sin casa, aunque los bancos siguen ganando pasta.

Se extienden las quejas contra las privatizaciones sanitarias, las nuevas tasas que gravan la justicia o la congelación de las pensiones. Y todo eso, que no es exclusivo de las Islas, sino reflejo de lo que sucede en el conjunto nacional, llega acompañado de noticias como el aumento de los expedientes de regulación de empleo -o sea, más paro- o la drástica reducción de la ayuda a la cooperación.

El fin del mundo se acerca. Es evidente hasta para los que siempre miran para otro lado, así que aprovecho estas líneas para dar las gracias a los que resisten, mandar al carajo a los que se lo merecen y apuntar lo que aún se puede hacer.

Reír, amar, bailar, cantar. De viajar no da tiempo, pero sí de mirar el sol y bañarse en el mar. Ver una buena película, beber un buen vino, compartir, soñar… Besos a la familia, a los amigos y a los compañeros de trabajo. Gracias por esa fiesta de Navidad del IMAS, y gracias al periódico que me deja transmitir este mensaje. Sapos para los jefes que no supieron ni saben serlo; rayos y truenos acaben con los grandes banqueros, los represores, los que evaden fortunas y también con los políticos que malgestionan el dinero público y que, desgraciadamente, son demasiados.

Sin visión de futuro, sin liderazgo, sin proyectos ni iniciativas para responder a las necesidades de la sociedad, aquí no hay quien sobreviva.

Pero, por si acaso no fuera cierta la predicción de aquellos antiguos pueblos, pido disculpas a los ofendidos, no me lo tengan en cuenta e intenten corregir el rumbo porque mañana puede ser otro día.