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Otra huelga> Por Leopoldo Fernández

Se anuncia otra huelga que afecta a un derecho básico como es la libertad de movimiento de los ciudadanos. Los sindicatos vuelven a tomar por rehenes a los pasajeros que viajan desde o con destino a Canarias. El conflicto, esta vez sin pilotos, nace en Iberia, Líneas Aéreas de España como protesta (seis días completos, entre el puente de la Constitución y Navidad) contra el plan de restructuración de la compañía, que incluye el despido de 4.500 trabajadores, de ellos unos 200 en Canarias.

La realidad es que la empresa está con la soga al cuello y, de no adoptar medidas drásticas, se irá al garete o quedará muy debilitada. Sea por mala gestión, por negligencia o por cualquier otra causa, lo prioritario tendría que ser la salvación de la compañía. Pues no, los seis sindicatos convocantes de esta huelga apuestan de entrada por el mantenimiento de los puestos de trabajo, lo cual es muy humano pero poco realista cuando el centro del problema radica en una plantilla sobredimensionada -más de 19.000 trabajadores, de ellos 1.500 pilotos-, que habría de reducirse en no menos de un tercio, vista la marcha del mercado. En el mundo de la aviación comercial se libra una batalla a cara de perro tras la irrupción de las compañías de bajo coste y la crisis.

Firmas como TWA, Pan Am o Swissair han desaparecido, otras se han fusionado (KLM y Air France, United y Continental, Iberia y British Airways) y algunas más se han visto obligadas a realizar durísimas reestructuraciones (SAS, Alitalia). El cambio de Iberia no ha resultado como se esperaba y la compañía española, que ha entrado en barrena a partir de 2008, se ve obligada a reducir rutas, frecuencias, flota y plantilla, además de potenciar Vueling e Iberia Express para poder competir con las empresas de precios baratos. Para Canarias esta situación es preocupante, en plena temporada turística alta, porque la huelga puede afectar a más de 200 vuelos desde y con la Península y a unos 50.000 pasajeros, además de a los servicios de handling que Iberia presta en los aeropuertos del Archipiélago. Habrá que confiar al menos en el cumplimiento de los servicios mínimos que, por cierto, hace unos años incluían la totalidad de los vuelos y últimamente solo mantienen la mitad. Si a este problema se suman los aumentos del precio de los billetes y el anuncio de Ryanair de reducir operaciones por las subidas de tasas aéreas, se comprenderá hasta qué punto conviene prevenir eventuales problemas y demandar en su caso, como ha hecho el Gobierno de Canarias, la implantación a los operadores aéreos de las obligaciones de servicio público para asegurar la continuidad de los vuelos a precios asequibles.