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“Porque no todo es Torres Baena”

EFE | Las Palmas de Gran Canaria

El fiscal del caso Kárate reclamó ayer a la Audiencia de Las Palmas condenas para los cuatro acusados de abusar de decenas de alumnos de una academia de artes marciales de la isla de Gran Canaria y que la sentencia no “cargue las tintas” solamente en el principal procesado, Fernando Torres Baena.

El representante del Ministerio Fiscal en este juicio, Pedro Gimeno, considera probado que Torres Baena creó una estructura sexual para abusar de sus alumnos a la que perteneció en sus inicios su primera mujer, que llegó a estar imputada en la causa, y después, a partir de los años noventa, de manera “voluntaria y entusiasta”, las monitoras acusadas María José González e Ivonne González.

Según el fiscal, el cuarto acusado, el monitor Juan Luis Benítez, no formó parte de este triángulo pero se benefició de él para cometer abusos.

Gimeno estima además que, sin la ayuda de sus “lugartenientes”, esta estructura es “imposible” que se hubiese mantenido en el tiempo durante más de veinte años, como recuerda que también señaló en el juicio el criminólogo Vicente Garrido Genovés, que actuó como perito de la acusación.

El fiscal subraya que los testimonios de las víctimas han sido “amplios y variados”, con detalles sobre cómo y dónde ocurrieron los hechos. Han hablado de situaciones de zoofilia, de los juguetes sexuales que se emplearon, de las cremas utilizadas para facilitar las relaciones anales y de cómo muchos de ellos tuvieron su primera experiencia sexual con los acusados, a los que no se les ha hallado ningún signo de enfermedad mental que les exima de su responsabilidad, subraya Gimeno.

El fiscal rechaza también la teoría de la conspiración aludida en su origen por el principal acusado para explicar el caso, pues indica que no se han aportado datos que fundamenten que esta fuera la intención de las víctimas.

Los denunciantes del caso no compartían nada, “ni edad, ni orígenes o lugares de residencia”, su “único denominador común” era que iban al gimnasio de Torres Baena y a su chalé de Vargas, donde se cometieron la mayoría de los abusos, señala la acusación pública. Además, rechazó que se intente presentar a los tres monitores procesados también como víctimas de Torres Baena, pues, según Gimeno, no tuvieron “sentimientos de angustia o duda” como sí le ocurrió a su primera mujer o a otros adultos de edades similares a los procesados, que sí dejaron de ir al chalé de Vargas.

Gimeno defiende en su informe final que solo puede ser “ajustada a derecho” la sentencia si se determina la responsabilidades penales de cada uno de los procesados, ya que lo contrario sería “una interpretación simplista” y se convertiría en un mensaje “descorazonador” para las víctimas y sus familias.

Además, el fiscal entiende que podía constituir un mensaje “peligroso” porque la impunidad en la que quedarían los hechos daría pie a que otras personas reprodujeran este tipo de delitos.
Gimeno mantiene que, en este caso, el tribunal no debe regirse para analizar los hechos y su interpretación legal “por máximas de experiencia, porque eso sería un error colosal”, sino que considera que debe hacerlo desde la perspectiva de las víctimas, de sus edades y de la “manipulación sufrida”.

El fiscal solicita para Fernando Torres Baena una condena de 303 años de prisión por 36 delitos de abuso sexual, 13 de corrupción de menores y uno de tenencia ilícita de armas. María J. González se enfrenta a entre 154 y 164 años y medio de prisión por abuso sexual y corrupción de menores. Ivonne González se expone a entre 146 y 150 años y medio de cárcel. El fiscal pide para Juan Luis Benítez 18 años de prisión, mientras la acusación particular solicita 20.

[apunte]Palomino: “El Nirvana de la promiscuidad”
La acusación particular ejercida por el letrado José María Palomino, que representa a la mayor parte de las víctimas, subrayó ayer en su informe la “abundantísima prueba” que se ha presentado para desvirtuar la presunción de inocencia de los acusados. Ha calificado de “abominable” la conducta de los acusados descrita por sesenta testigos, que han relatado las perversiones de las que fueron objeto sin tener en cuenta su edad o sexo, en un contexto que ha descrito como “el Nirvana de la promiscuidad”. Palomino incide en cómo se aprovecharon tanto Torres Baena como el resto de los acusados de la ascendencia natural que ejercían sobre sus alumnos como maestro de kárate y monitores, y en cómo se valieron de esta situación de superioridad para tener relaciones sexuales con las víctimas, con las que existía una desproporción de edad que llegó a ser de hasta 30 y 40 años. El letrado recalca que 24 víctimas han dicho que siendo menores sufrieron penetraciones anales y 26 han afirmado haber sido desvirgados por los acusados.[/apunte]