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Prisión sin fianza para el hombre que mató a su hermano en Las Palmas

EFE | Las Palmas

El Juzgado de Instrucción número 3 de Las Palmas de Gran Canaria ha ordenado hoy el ingreso en prisión, sin fianza, del hombre detenido este fin de semana en la capital grancanaria tras confesar que había matado a su hermano de una puñalada en el pecho.

En un auto hecho público hoy, el juez que instruye los hechos defiende que existen suficientes indicios para imputar al acusado, Óscar Octavio S.R., de 58 años, un delito de homicidio; entre otros, las manifestaciones que él mismo hizo a los agentes al ser detenido.

Los hechos ocurrieron en una vivienda del barrio de la Vega de San José, durante una discusión entre el arrestado y su hermano, en presencia de su madre, una mujer octogenaria.

En el curso de esa discusión, Óscar Octavio S.R. clavó un cuchillo de cocina en el pecho a su hermano, que tenía 52 años.

Al llegar la Policía al domicilio, el imputado reconoció que había apuñalado a su hermano con un cuchillo que había dejado en el fregadero y alegó que la víctima le había agredido antes, dándole un golpe en la cabeza.

El juez recuerda que el detenido presentaba una herida contusa en la cabeza que solo precisó de una cura local, por lo que, de ser cierta su versión, la reacción que tuvo al apuñalar a su hermano fue desproporcionada con la agresión sufrida.

El auto considera que procede decretar su ingreso en prisión, dada la gravedad de los hechos, “para garantizar su presencia ante la Administración de Justicia y tutelar a los testigos y perjudicados por el hecho”, entre los que cita a su madre.

Esa mujer, relata el juez, “presenció todos los hechos y, de las propias manifestaciones del encartado, no se excluye la existencia de malas relaciones ya no solo con su hermano, sino con esta”.

Entre las razones en las que el Juzgado se apoya para presumir que Óscar Octavio S.R. pudiera darse a la fuga figura el hecho de que lavara el cuchillo, abandonara la vivienda y saliera a la calle, donde poco después fue localizado por los agentes.

Para el instructor, esa reacción “no es propia de quien, apreciando un hecho tan grave como el cometido, pretende ayudar a la víctima o auxiliarla”.