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Quisisana: la historia centenaria de un castillo, hotel y colegio

AGUSTÍN M. GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife

Antiguo hotel Quisisana
Antiguo hotel Quisisana, en Santa Cruz de Tenerife, sobre 1910. ARCHIVO: foto cedida por la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía de Canarias (FEDAC). Autor: anónimo.

Uno de los edificios más singulares de Santa Cruz, por su estética, por su antigüedad y por su estratégico emplazamiento en una atalaya sobre la capital, es el palacio que Enrique Wolfson Ossipoff construyó a principios del siglo XX. Un imponente edificio con aspecto de castillo medieval que en la actualidad alberga a un centro docente de las Escuelas Pías, tras haber sido durante varias décadas el hotel más lujoso de la capital tinerfeña. Enrique Wolfson era un rico hacendado de origen ruso, nacionalizado inglés. Banquero, agente de seguros y consignatario de buques, se cuenta de él que salió de Rusia huyendo de las persecuciones contra los judíos. Establecido aquí por casualidad, cuando iba camino de Sudáfrica, su olfato para los negocios, sus contactos con Inglaterra y sus magníficas relaciones con la comunidad británica local, hicieron prosperar todas sus empresas. Fue uno de los pioneros del cultivo del plátano en la Isla y uno de los primeros exportadores de tomates canarios a Londres. Además, constituyó la Compañía de Navegación de Tenerife y presidió el Club Británico de Santa Cruz. Quiso construirse una mansión en un enclave privilegiado para vivir junto a su esposa, Jane Mariner Brown.

El arquitecto elegido fue Mariano Estanga, quien diseñó una edificación de estilo neogótico, semejante a un castillo victoriano, por expreso deseo de su propietario. Las obras comenzaron en 1902. Pero la esposa de Wolfson murió y el empresario decidió mudarse a la calle Castillo. Con esa aguda visión empresarial que siempre le distinguió, transformó su mansión en un hotel. El 5 de diciembre de 1904 se inauguró el Gran Hotel Quisisana. Lo llamó así porque era un nombre de moda en Italia, relacionado con la actividad de salud y reposo. Sin embargo, las dos grandes contiendas mundiales y, en medio, la Guerra Civil española, terminaron por provocar la ruina y el consiguiente cierre del establecimiento, que pasó a propiedad de la Junta Insular de Turismo, dependiente del Cabildo. Hasta que en 1941 la Asociación Católica de Padres de Familia de Santa Cruz, viendo la necesidad de conseguir para la capital la instalación de un buen colegio, gestionaron con la Orden Escolapia su participación en un proyecto educativo y consiguieron adquirir el edificio del antiguo hotel y los terrenos aledaños. El 17 de octubre de 1940, bajo el rectorado del padre Andrés Moreno Gilabert, con media docena de curas escolapios y 256 alumnos, comenzaron las clases del Colegio de las Escuelas Pías de Santa Cruz, que sigue en funcionamiento 72 años después. Paradojas de la vida, la mansión que hace más de un siglo construyó un rico judío sirve hoy de sede a un colegio católico.