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‘Siguiendo a Cristo’, de Elsa Hernández Baute – Por Joaquín Castro

Siguiendo a Cristo es el poemario que Elsa Hernández Baute presentó en el Círculo de Amistad XII de Enero el pasado 13 de diciembre. Libro que la autora divide en tres partes: Siguiendo a Cristo, Cristo y María y Siervos de Dios.

Elsa Hernández Baute consigue con este libro expresar todo su amor y su fe inquebrantable a sus Cristos, ya sea el de La Laguna, Tacoronte o el de Icod de los Vinos. Poesía fina, amable, llena del amor interno que sale de su alma; energía en el momento justo y compasión, cuando describe el hecho insólito de un pueblo que condena a muerte a un inocente. No puedo dejar de citar del poemario el que titula Malagueñas al Cristo de La Laguna: “Cuando mayo huele a rosas, a azahar y hierbabuena, despierta el Cristo moreno a escuchar las malagueñas. Ante tu cruz de plata, se arrodilla mi poema y ante todas tus heridas, canta, llora, reza y tiembla”.

La segunda parte la dedica a María, en sus muchas advocaciones. Quiero traer hasta este artículo unas estrofas de uno de sus poemas dedicado a nuestra patrona: “Candelaria Morena, faro de amores, gaviota del Atlante, flor de las flores. Y el amor que palpamos, solo al mirarte, llena de regocijo nuestra alma guanche”.

Elsa Hernández Baute, que tiene en su haber doce publicaciones, es una mujer incansable, “una fémina inquieta y andariega”, como llamó a Santa Teresa San Juan de la Cruz. Imparte clases de literatura en el Centro de Mayores Isidro Rodríguez Castro y en la Asociación El Molino. Sus actividades literarias y poéticas consiguen un valor en alza. Natural de La Victoria de Acentejo, cuyo Ayuntamiento ha editado este libro. Allí hizo sus primeros versos, pero es en Santa Cruz donde su poesía crece, con la añoranza de su pueblo y de su familia. Su pluma comenzó a desgranar todos los eventos y sentimientos que iban brotando de una vida plena como una catarsis de todo aquello que le sucedía. Y también se hizo reflejo del mundo, de sus amigos, de la naturaleza, de lo cotidiano y de lo divino.

Entre sus libros publicados quiero destacar los titulados Mientras mi isla duerme, en 1987; Viva Don Carnaval, de 1989; Es Navidad, y como mujer de la enseñanza, Queridos Niños, en 2004, hasta este poemario actual que ocupa el número trece.

Quiero destacar la portada del libro, diseñada por la pintora Ana María Beltrán, y la dedicación del mismo a su abuelo Alberico, poeta y músico, que le enseñó el valor de la palabra hecha poesía; y al Espíritu Santo, por lo que Dios tiene de poeta en la tercera persona de la Santísima Trinidad.

Este trabajo literario ha sido prologado por el escritor Miguel Melián García, quien a su vez hizo la presentación del mismo. Dice este poeta de Elsa: “Desde muy joven comenzó a escribir poesía, ella iba vertiendo en sus sencillos e intensos poemas su vida y experiencias cotidianas; su amor a su pueblo natal, La Victoria, a su familia, sus amigos, sus alegrías y sus penas, y, sobre todo, su amor a Dios”.

El epílogo del poemario ha sido escrito por Norberto Vicente, quien apostilla que Elsa Hernández Baute se alimenta de la Biblia, como un día lo hiciera la poetisa chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura. Libro pleno que nos hace sentir y amar la poesía. Lleno de canariedad. Exquisito en el canto a sus cristos y vírgenes. Cosa que pudimos comprobar en el acto de presentación, con la intervención del párroco de La Salud, así como por los poetas de los grupos Universo y Tagoror.