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Urge un pacto por el turismo – David Sanz

Somos dados a presumir de expertos de todo o casi todo. Hay que ver la cantidad de ingenieros frustrados que rodean una obra, por ejemplo la playa de Santa Cruz de La Palma, para emitir una opinión “autorizada”; expertos en incendios forestales brotan también como setas cada vez que, lamentablemente, se quema el monte y valoran sesudamente las labores de extinción a kilómetros de distancia del humo y el fuego; de la crisis mejor ni hablar porque los expertos de verdad tampoco se aclaran, que ya empieza a parecerse al fútbol, donde también somos todos unos grandes entendidos aunque no le demos una patada al balón desde hace siglos. Con el turismo pasa más de lo mismo. Al margen del uso político que se hace del sector clave en la economía de Canarias, también ha sido y es objeto de un acalorado debate en la Isla Bonita, sobre el que nadie se pone de acuerdo. Como están las cosas, creo que no es nada descabellado pedir que en La Palma se firme una especie de pacto por el turismo para que haya de una vez por todas paz entre las partes que están en constante beligerancia. A nadie, estoy convencido, le interesa que lleguen menos turistas a La Palma, que descienda el número de vuelos o que tengamos los hoteles vacíos. Creo que la totalidad del sector turístico, la parte que corresponde a la Administración pública y a la inversión privada, debería mirarse en el espejo del plátano. No digo nada nuevo si valoro el éxito de los plataneros, con todos los matices que se quieran, en la unidad del sector. El turismo está llamado en La Palma, velis nolis, a jugar un papel más decisivo en el PIB insular y para ello requiere del máximo consenso. Eso no quiere decir que haya que eliminar la crítica o paralizar la acción hasta conseguir el acuerdo unánime. No es la paz de los muertos la que estoy proponiendo con este acuerdo, sino el máximo consenso y unidad para dirigir entre todos el tiro lo mejor posible y conseguir, desde una situación de debilidad de una isla periférica, con escasas comunicaciones y con una crisis brutal que sacude a todo el país, que mejore su posicionamiento en el cada vez más competitivo mercado turístico. Yo, que no soy experto en turismo, me atrevo a ser medianamente optimista. Creo que La Palma es un buen destino. Pero para potenciarlo, el primer paso debería ser dejar las armas y firmar de una vez la paz.