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Cambiar sin cambiar – Por Leopoldo Fernández

Dice un aforismo inglés que “cuando se hace necesario cambiar, lo necesario es no cambiar”. Tal parece ser la regla del presidente Rivero para mantener intacto su Gobierno y la estructura actual de este. Prefiere seguir como está, con el remiendo de Francisca Luengo, hasta ahora viceconsejera de Industria y Energía, para cubrir la vacante dejada por la profesora universitaria Margarita Ramos en la Consejería de Empleo, Industria y Comercio con su inesperada renuncia al cargo -por razones “estrictamente personales”-, antes que darle un viraje a la cosa política, meter tijera para aligerar y reordenar el Ejecutivo y, de paso, ilusionar al personal con alguna mudanza de caras y funciones. Como todos los gobernantes que ejercen en situaciones de crisis, Rivero y compañía están no ya quemados, sino abrasados por los problemas.

Por eso digo que un cambio amplio, con el relevo de algunos consejeros, la fusión de departamentos y un puñado de objetivos nítidos -para adelgazar de verdad la Administración pública y dar ejemplo de austeridad, combatir el paro, incentivar el empleo y ayudar a controlar primero y reducir después la exclusión social y la pobreza-, seguramente se trasladaría a la opinión pública un mensaje no sé si de esperanza o ilusión, pero sí al menos de que las cosas no seguirán como están, sino que van a tomar otro sesgo, o que al menos quienes gobiernan van a intentar reorientarlas. Pero aquí no se modifican ni las formas, qué le vamos a hacer. Es más, la salida al estrellato gubernamental, a propuesta del vicepresidente Pérez, de la temperamental Francisca Luengo, aguerrida afiliada del PSC-PSOE, no mera simpatizante como Margarita Ramos -quien tal vez por eso, más su bajo perfil político, su mala gestión y su escasa sintonía con su propio equipo, ha sido acosada más de lo debido desde las filas socialistas y sindicales-, no va a suponer sino un simple lavado de cara. La señora Luengo deja empantanada la Viceconsejería de Industria, con el Plan Energético en el congelador y los problemas eléctricos, de energías renovables e industriales virando peligrosamente a peor. Como a su antecesora, le va a faltar dinero para estimular la creación de nuevos puestos de trabajo. Y si además no se relanza la inversión pública ni llega el crédito para pymes, autónomos y familias, no sé cómo va a poder mejorar el panorama laboral y el del consumo en las Islas. Ojalá el anunciado plan de empleo que el Gobierno va a llevar a Bruselas se convierta en la panacea que las Islas necesitan. Al menos así podríamos soñar con que el tan cacareado principio del fin de la crisis se ve ya en el horizonte.