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Decálogo de navegación segura

   

Especialistas de la Policía Nacional han elaborado diez pautas para que padres e hijos sepan cómo manejar la tecnología sin correr peligro. | DA

Por Kike García

Los Reyes Magos dejaron el domingo pasado su estela en todos los hogares del país. Los niños y niñas españoles abrieron millones de regalos. Juguetes de toda clase, libros, videojuegos, bicicletas, y… tablets y smartphones. Las nuevas tecnologías ya conviven día a día con los menores y la principal preocupación de los padres respecto a esto es la seguridad que ofrecen.

Por este motivo, especialistas de la Policía Nacional han elaborado diez pautas para que padres e hijos sepan cómo manejar la tecnología sin correr peligro Los agentes del equipo de redes sociales y los responsables del Plan Director, un programa de seguridad e información para la Red promovido por la Policía Nacional que tiene el objetivo de concienciar a los más jóvenes, han sido los encargados de elaborar un decálogo de navegación segura.

Regalo no es sinónimo de juguete. La puesta en funcionamiento del nuevo gadget exige conocer las repercusiones de un mal uso, sobre todo para la seguridad. No basta solo con saber cómo se maneja y sus múltiples posibilidades. Se recomienda que padres e hijos se sumerjan en un aprendizaje conjunto.

Más grave que perder un calcetín. El menor debe evitar el acceso al aparato de alguien desconocido o su posible extravío. Debe conocer dónde, cómo y cuándo puede utilizar su nuevo equipo, especialmente cuando esté fuera de casa. Además, apuntar la identificación del aparato y bloquear su uso por medio de una contraseña intransferible también son otras medidas a tener en consideración.

Un acuerdo para llegar a buen puerto. Lo ideal es que desde el principio se pacten entre menores y adultos unas normas de uso, en base a criterios de seguridad y racionalidad. El razonamiento, el consenso, la libertad y la intimidad aumentan con el paso de los años e influyen en la utilización de un aparato tecnológico por un menor.

La luz que va delante es la que alumbra. Son los adultos quienes deben elegir entre las diferentes operadores, así como determinar las aplicaciones, programas y servicios que se adecúan a la edad y madurez del menor. Los adultos deben conocer con pelos y señales la utilidad y el contenido de todas las funcionalidades, para así, intuir, descubrir y paliar los posibles riesgos. Si surge alguna duda, por mínima que sea, se recomienda consultar en las tiendas o a alguien que se desenvuelva bien en el ámbito de las tecnologías y sea de confianza.

Menor edad, mayor ignorancia y más vigilancia. Cuanto menor es la edad del usuario, más estricta debe ser la supervisión del adulto. La concienciación en el uso que se hace del smartphone, tablet, ordenador o cámara es muy relevante. El niño debe saber para qué lo usa, con quién, qué información se intercambia, etc. Huir de la educación al niño en materias de nuevas tecnologías y el mundo 2.0 no es el camino correcto; la instrucción y asesoramiento paterno sí.

Un buen filtro para desechar lo impuro. Los padres pueden barajar la opción de instalar unos programas que filtren la entrada a webs con contenido inadecuado o peligroso, y otros que faciliten el control parental. Además, las familias deben dejarse asesorar por profesionales de centros educativos y por los agentes de la Policía Nacional que imparten formación sobre seguridad en más de 5.000 colegios de toda España. También es importante que los menores tengan adultos de confianza a los que consultar las dudas.

ACCESO TOTAL SI ES PEQUEÑO
Si el niño es de corta edad, el nuevo usuario debe entender que sus tutores tengan acceso global al contenido y uso del móvil, tablet u ordenador. Además, se debe procurar que los menores utilicen estos aparatos en espacios abiertos de la casa, para facilitar el acceso a los adultos y con ello, la consiguiente supervisión continua de las actividades de los menores. A medida que los niños ganan responsabilidad y consciencia de los riesgos, se les puede otorgar mayor libertad e intimidad.

Dos pilares básicos. Responsabilidad y respeto. El niño no por ser joven, debe eludir obligaciones. Así, al relacionarse y convivir con el resto debe ejercer respeto y ser responsable. El menor debe ser consciente que cualquier ataque, humillación, chantaje o broma fuera de tono puede constituirse como ciberacoso, algo intolerable y que puede llegar a ser delito.

Fotos y vídeos, ¡cuidado! Acordar y razonar con el menor unas pautas coherentes y correctas sobre lo relativo a aspectos audiovisuales es un punto clave. No distribuir fotos y vídeos de otros sin autorización; no compartirlos si son lesivos para el honor y la intimidad de otras personas o uno mismo y analizarlos exhaustivamente son requisitos indispensables. Dentro de esto, cabe destacar el conocido como sexting que puede configurarse como delito.
El fraude también navega por la red. Se debe alertar al menor de que el fraude puede estar en cada rincón de Internet. Hay que educar al niño para que sea consciente de los riesgos que asume al facilitar sus datos por Internet en una compra online o al contratar un determinado servicio. Educar en pautas seguras para el comercio electrónico y explicar al menor qué es el spam y el malware (virus) también son fundamentales.