Antes de despuntar el alba embarcó en un vuelo con destino a otra isla. SÃ, hace unos minutos o unas horas, dependiendo del momento en que usted, estimado lector, esté hojeando este periódico. Si su lectura se aproxima al mediodÃa, probablemente, ella ya camine por un suelo isleño tan distinto como distante al tinerfeño. El dÃa después de notables acontecimientos deportivos, polÃticos y sociales. En vÃsperas de citas de relevancia. Pertenece a ese grupo de alumnos de la Universidad de La Laguna que este curso culminará como la primera promoción de graduados en turismo. Marcha a Londres para realizar prácticas durante tres meses. Ella llega a la capital financiera europea cuando en Fitur se intenta vender de la mejor manera posible la marca Canarias a la que es adicta el ciudadano británico. Arriba a la ribera del Támesis, donde la cultura es Cultura con mayúsculas, donde la economÃa es EconomÃa con mayúsculas y donde el deporte es Deporte con mayúsculas. En terreno hispano, donde los oros deportivos se suman por pelotas, de diferentes tamaños y texturas, ha cobrado especial relevancia estos dÃas la aparición de un cerdo. Otro más. No es un cerdo cualquiera. De raÃces africanas se trata del primer cerdo hormiguero español, especialista en la excavación del terreno y en la succión de su alimento. AllÃ, en el reino de la libra, ella, fuera ya de esta vorágine diaria de supervivencia en la que se ha convertido la vida en diferentes sectores de la sociedad canaria, tratará de aclimatarse tanto a las tradiciones como a las tendencias modernistas inglesas. Asà como al creciente euroescepticismo reflejado hace unos dÃas por el mismÃsimo primer ministro.
Mañana está previsto inaugurarse en Londres el edifico más alto de Europa. Llega a tiempo. No se lo perderá. AquÃ, en este suelo isleño se espera tanto a esa nueva generación del turista británico como a esa nueva savia canaria del profesional del Turismo, con mayúsculas. Buen viaje. Provechoso trimestre. Y, un beso, hija.