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Hablar en clave país – Por Juan Manuel Bethencourt

   

Con las últimas cifras de paro en la mochila, y vaya si pesa esa mochila para cualquier gobernante, Mariano Rajoy se marchó a la cumbre entre la Unión Europea y Latinoamérica. Lo hizo en la certeza de que la revisión de su propia doctrina, de la (falsa) austeridad redentora al estímulo público (ma non troppo), encuentra respuestas favorables al otro lado del Atlántico, tanto en Estados Unidos tras la reelección de Obama como en lo más granado del universo iberoamericano, léase Brasil. Pero la clave sigue siendo la misma, cómo convencer en el ámbito doméstico, en Berlín, Bruselas y Fráncfort, donde los prejuicios y el cortoplacismo político siguen mandando sobre los hechos. Se trata de producir una respuesta común que, asumiendo el déficit público como una tarea colectiva de toda la zona euro, contribuya a reducir la factura del déficit mismo, a través de unas primas de riesgo asumibles, realistas, las propias de un país como España, que la última vez que dejó de pagar sus compromisos fue en 1861. Pero para generar influencia exterior es preciso construir de uno u otro modo un consenso interno previo, para hablar en clave de país, no sólo de Gobierno y mucho menos de partido. Este ha sido uno de los grandes errores de Rajoy desde que es presidente, pensar que estaba ante una crisis como la de los noventa del siglo pasado y actuar de idéntico modo, con el desdén propio de las épocas de normalidad, en las que el mandamás se basta y sobra para fijar las reglas y además beneficiarse de ello. El presidente del Gobierno debió tener sentido de Estado en diciembre de 2011, no enero en 2013, pero nunca es tarde si la situación lo requiere, y la situación de España hoy es comparable a la de los años de la Transición, con la dificultad añadida de que en estos tiempos no se respira la ilusión por un mañana mejor, sino el miedo al deterioro en las condiciones de vida de la sociedad y la pérdida de credibilidad de la democracia misma. Rajoy, y cualquiera que ostente responsabilidades públicas hoy, debe ser consciente de que toma decisiones para una mayoría de ciudadanos que se sienten claramente agraviados por lo que se podría definir como ecosistema político, porque además cada cual atesora un buen caudal de razones para expresar su enfado. Cuán saludables son las conversaciones de fin de semana, por ejemplo en un cumpleaños infantil, para escuchar y reflexionar un poco.

@JMBethencourt