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Rosa Armas: “Desperté entre los muertos”

   

ANTIGUO CONVENTO FRANCISCANO DE SAN LUIS, EN GRANADILLA

El convento de la orden de San Francisco dedicado al obispo San Luis fue construido en el siglo XVII. / DA

NICOLÁS DORTA | Granadilla de Abona

En un domingo lluvioso, el 3 de febrero de 1963, pasado el mediodía, hace casi 50 años, cedió parte de la estructura del antiguo convento franciscano de San Luis, en Granadilla. Murieron 24 personas y hubo más un centenar de heridos. Era un inmueble viejo, del siglo XVII e importante para el pueblo. Todavía lo sigue siendo. Allí estaba el Ayuntamiento y se expedía puntualmente el documento de identidad para evitar desplazamientos a Santa Cruz por la carretera vieja, toda una odisea. A eso acudieron al Convento numerosos vecinos.

La lluvia no era demasiado violenta pero lo suficiente para mojar los papeles de identidad, y por eso todo el mundo se refugió en las paredes del Convento, pero el inmueble no pudo soportar a tanta gente y los pasillos de los corredores altos de madera cedieron. El instinto por encontrar salida aumentó la catástrofe.

Unos tuvieron más suerte que otros, los que “volvieron a vivir”, como Rosa Armas Díaz, que guarda en su memoria aquel febrero, con tal solo 26 años, cuando fue a registrar su identidad. A la semana de lo sucedido volvió a pasar por allí, pero se echó a llorar.

Desde entonces, hace 50 años, no lo ha vuelto a hacer. Rosa evita viajar en avión y los espacios oscuros, cerrados. Y es que la mayoría de las personas murieron por aplastamiento, presas del pánico al ver que la planta de arriba se caía.

Esta superviviente perdió la conciencia en medio del tumulto, algunos ya cadáveres. La dieron por muerta y la llevaron al cine San Antonio junto con los demás fallecidos, y un vecino de la zona, “Juan el medianero“, dice, la encontró llamando a su hija, Carmen Rosa, de cuatro años, que estaba en su casa y alguien le había dicho que quizás no volvería a ver a la madre.

ROSA ARMAS VICTIMA CONVENTO FRANCISCANO DE SAN LUIS CON DA

A Rosa la dieron por muerta hasta que alguien la oyó llamar a su hija./ DA

“Sentí como que iba a pasar algo, en ese edificio lleno de gente, resguardados de la lluvia y como si fuese un trueno, vimos como una parte se nos caía arriba”. “A partir de ese momento queríamos salir fuera y nos pisamos unos a otros”, relata Rosa Armas. “Primero estábamos en la planta baja donde había que coger unos papeles y luego subíamos por la escalera al corredor donde había que poner las huellas. La gente desesperó y aquello era viejo, cayó la baranda y yo caí como en alto”, recuerda Rosa Armas. Después de haber sido “rescatada” del cine, la llevaron a su casa, cuando llegó la noche, para que la viera un médico pero en ese entonces “ni sabía dónde estaban, en Granadilla sólo estaba don Blas, imagínese para tanta gente, era una catástrofe”, explica Rosa. “Luego nos hicieron una pruebas porque yo estaba toda molida de los dolores, de los golpes de la gente”.

Cuando Rosa despertó en el antiguo cine (actualmente la Casa de la Juventud), pensó “que los que estaban alrededor eran heridos, como yo, pero estaban todos muertos”, cuenta. El entierro fue multitudinario, miles de personas, entre ellas relevantes autoridades, acudieron a despedir a los fallecidos. Fue un generalizado homenaje a las víctimas no solo por parte de los vecinos de Granadilla sino por toda la sociedad tinerfeña en uno de los sucesos más dolorosos que se recuerdan.

“Murió gente que yo conocía, hasta dos hermanas de la zona que ese día estaban en el convento por casualidad”, comenta Rosa. Su padre, madre y sus hermanos, también fueron, pero afortunadamente no sufrieron daños de consideración, salvo el padre que se fracturó la clavícula. “La única muerta era yo”, ironiza esta vecina.

HOMENAJE INSTITUCIONAL

El Ayuntamiento de Granadilla en colaboración con la iglesia parroquial de San Antonio de Padua está trabajando desde hace meses en la organización de un acto el domingo 3 de febrero para conmemorar la celebración del cincuenta aniversario del trágico accidente. Al respecto, Nicolás Jorge, concejal de Relaciones Institucionales, apunta que desde el Consistorio se quiere celebrar “un acto institucional y una misa litúrgica, y reunir a familiares, amigos y demás vecinos, para recordar este fatídico incidente que forma parte de la memoria colectiva y la crónica negra de la historia de Granadilla de Abona”, sostiene el edil socialista.
También un incendio quemó el Convento una noche del 3 de enero de 1975. Se quemó su estructura salvo San Francisco policromado, San Antonio y el Santísimo Sacramento. Tras la restauración posterior hoy es un nuevo edificio. Guarda en sus paredes escenas imborrables.

DA CONVENTO FRANCISCANO DE SAN LUIS DE GRANADILLA

El DIARIO DE AVISOS del 4 de febrero de 1963. | DA

EL DECANO ESTUVO

El 4 de febrero, DIARIO DE AVISOS, Decano de Prensa de Canarias, se hizo eco en primera página del suceso calificándolo como “Espantosa Catástrofe en Granadilla”. Relató lo sucedido el corresponsal Oscar Zurita. Los heridos fueron conducidos al Hospital Civil y al Militar donde ingresaron unas 60 y 20 personas respectivamente. El rotativo explicó el movimiento de solidaridad de los vecinos, que se movilizaron en automóviles para trasladar a los heridos, así como los voluntarios que donaron sangre. También relata que el día siguiente, el lunes, se declaró un día de luto provincial y todos los edificios oficiales, así como los centros docentes de Tenerife ondearon sus banderas a media asta. También el Cabildo aportó donaciones económicas para los damnificados así como el Gobierno Civil.

El día 5 de febrero el periódico volvió a describir el dolor del trágico accidente que conmocionó a todo una isla. Veinte féretros fueron llevados a la parroquia San Antonio de Padua, anexa al convento franciscano, donde se ofició el funeral con autoridades eclesiásticas y civiles, entre las que se encontraban el que era ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega y el gobernador Civil y jefe provincial del Movimiento, Manuel Ballesteros, entre otras. En el pueblo Los Cristianos, descrito como “el extremo sur de la isla”, se enterraron dos víctimas y en el municipio de la Orotava recibió sepultura una niña de doce años. La otra víctima de lo ocurrido murió posteriormente.