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¡Toma política! – Por Román Delgado

   

Día tras día uno no deja de sorprenderse, de alarmarse, de tirarse de los pelos, de decir ¡basta! No voy a seguir por ahí, pero sí explicaré con sorna la penúltima (casi pongo “última”, y me hubiera equivocado). Tres contra tres y todos, seis, junto a una mesa, encerrados o encelados. Tres pseudonacionalistas canarios, con el presidente federal del partido al mando del cotarro, y tres españolistas, con el novísimo secretario general isleño como punta de lanza, al menos según la división del trabajo del bueno de Marx. Tres contra tres, un reservado y a hablar de cosas interesantes para el pueblo, que lo pasa mal, muy mal…, ¡joder! También a comer y a beber: cómo no… Lo peor de la historia, que deja con el trasero al aire a unos más que a otros, y de camino a la propia política (“el noble y necesario ejercicio de defender al ciudadano”), es que a todos se les vieron las nalgas: muy blancas, por cierto. Las que más, por novato, las del secretario general en las Islas de los españolistas. Al trío que parece que propuso tremenda gesta culinaria, de la que, por ahora, lo único que no ha trascendido es quién pagó tal abundancia (o sea, qué institución se hizo cargo de pasar el plástico), lo pillaron como a niños chicos, quizás porque uno de los convidados va diciendo por ahí, hasta en la prensa, que no tiene un euro. Total, que, visto lo visto y propuesto lo propuesto, parece que una parte de los comensales ni esperó al postre, la de los pseudonacionalistas, y no se sabe bien si fue así en solidaridad con el afín que padece diabetes. La otra mitad, si éstos se fueron, debió ser la que pasó el plástico (pura lógica). No se olviden de que los seis se sentaron para resolver los problemillas del ciudadano y de que se terminó ofreciendo un plato caliente de cargo y dinero públicos a cambio de silencio. Luego todo terminó como el rosario de la aurora, tras el ejercicio de detallar y filtrar con todo lujo de detalles desde la parte que renunció a lo más dulce. Acto seguido, todo refrendado con pelos y señales por ambos lados: por el mayor y por el joven. Éste, que pretende ser distinto, se metió en un buen charco, queriendo. Ello ahora lo tiene con el esparadrapo puesto. Justo así se llega a que el 95% de los españoles, dice El País, crea que los partidos encubren a políticos corruptos. Y yo entre ellos. Vergüenza de país.

@gromandelgadog