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Desahucios – Por Francisco Pomares

   

Uno de los efectos perversos del ruido informativo es que vivimos obsesionados por lo inmediato y sus repercusiones: la política se instala en un juego de vasos comunicantes con los medios, en que éstos viven de lo que los políticos dicen, y al mismo tiempo condicionan lo que los políticos han de decir. El PP, por ejemplo, decidió el martes modificar su posición sobre la tramitación de la iniciativa popular contra el desahucio. ¿Lo hizo porque de pronto los diputados del PP encontraron lógica o razonable la posición de los millones de ciudadanos que avalan la iniciativa? No. El suicidio en Mallorca de un matrimonio de jubilados que iba a ser desahuciado por su entidad bancaria y la repercusión mediática de este estremecedor y bochornoso suceso, que en la misma tarde del martes ya era concienzuda y miserablemente explotado en los programas de entretenimiento, fue lo que forzó el cambio en la posición del grupo popular en el Congreso.

La decisión del PP era determinante, ya que -a pesar del casi millón y medio de firmas ciudadanas que avalan la iniciativa legislativa popular para regular la dación en pago y paralizar los desahucios-, ésta no habría podido ser discutida en el Congreso si el PP se hubiera opuesto, como tenía previsto hacer hasta unas horas después de conocerse el suicidio de los dos ancianos.

Pero, a pesar de este cambio, que nadie espere grandes sorpresas de fondo: la decisión del PP no implica avanzar en la dirección que marca la iniciativa popular. Alfonso Alonso, portavoz del PP en el Congreso, explicaba en una rueda de prensa ofrecida durante el debate parlamentario sobre la admisión de la iniciativa que el PP ha cambiado de opinión tras lograr garantías de la plataforma ciudadana de que no se entorpecerá la tramitación de la ley sobre este asunto que el Gobierno ya tramita en el Congreso.

Y uno se pregunta para qué hacen falta dos proyectos legislativos cuyo objetivo se supone debe ser el mismo. Lo razonable sería unificar su discusión e incorporar a la iniciativa las enmiendas que el PP considere oportunas. Pero aquí gobernamos más pendientes de los titulares mediáticos que de otra cosa: por eso, lo que tiene que aclarar el PP es si apoyará la dación en pago, tal como la interpretan los firmantes de la iniciativa, o si defenderá la posición de las entidades bancarias, completamente contraria a aceptar la entrega de las propiedades como finiquito de la deuda hipotecaria. Ésta es la clave de la cuestión. Y el resto, fuegos de artificio.