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Ya no lo arreglamos entre todos – Por Juan Manuel Bethencourt

   

Atrás quedaron los tiempos en los que, decía la campaña articulada por la patronal española, “esto lo arreglamos entre todos”. El presidente de la CEOE, el señor Rosell, se apuntó ayer a esa receta según la cual la crisis económica y social que padecemos se soluciona echándole la culpa a otro, sobre todo si ese otro es un colectivo al que es posible identificar como antipático. “Cuántos funcionarios sobran? ¿300.000? ¿400.000? A lo mejor es mejor ponerles un subsidio a que estén en la Administración consumiendo papel, consumiendo teléfono y tratando de crear leyes. Eso tiene un coste tremendo”, afirmó ayer el empresario catalán, quien además se permitió dudar sobre la cifra real de parados que hay actualmente en España, obviando, en cualquier caso, que la EPA es tan falible en su fundamentación técnica como lo era en el pasado reciente. Es la dichosa manía de imitar a aquellos economistas que utilizan las estadísticas como los borrachos utilizan las farolas: para apoyarse, no para iluminarse. Aquí tenemos delante un error de concepto que todo un presidente de la CEOE debería ser capaz de entender: nada se arregla socavando el prestigio de otros, salvo crispar todavía más el ambiente. Las recetas de Rosell, bastante en boga desde la patronal española (y canaria) durante los últimos años, están muy por debajo de la naturaleza del problema. Porque si hablamos de reformismo en profundidad para afrontar una nueva etapa y hacerlo juntos, entonces hay que decir que es tan urgente la optimización de la función pública como una verdadera refundación del capitalismo español, cuyo modelo ha naufragado por mucho socialismo para ricos que, vía rescate bancario, vaya a aplicarse en abierto desafío intelectual a los principios del mercado. Es como cuando aquellos que invirtieron en suelo en los años dorados se encuentran ahora frente a la losa derivada de sus propias decisiones y atribuyen al sector público tan triste destino. El riesgo, señores, tiene que ver con la esencia del capitalismo, y eso parece que aún no lo ha entendido la apoltronada curia de la CEOE. Joan Rosell debería tener en cuenta no sólo su responsabilidad actual, sino el motivo principal por el cual ocupa tal cargo. Y fue la salida vergonzante de Gerardo Díaz Ferrán, paradigma de la insolvencia empresarial a todos los niveles. Con semejantes precedentes resulta más adecuado practicar la ejemplaridad, no andar dando lecciones a los demás. Y un poco de prudencia, por favor, que esto no arreglamos con una guerra civil mediática.

@JMBethencourt