PUERTO Y PUERTA >

El 3 de mayo – Por Rafael Zurita Molina

El pasado día 25 se celebró en el Ayuntamiento de la Muy Leal, Noble, Invicta y Muy Benéfica, Ciudad, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, el acto de lectura del Pregón de las Fiestas de Mayo, que este año estuvo a cargo de Juan Arencibia de Torres. Tras las palabras de presentación del alcalde, el pregonero, bajo el sugeridor título La cosa empezó en Añaza, hizo una sustanciada lección de historia de nuestra ciudad, desde sus orígenes.

En sus primeras palabras, Arencibia expresaba su agradecimiento al alcalde, José Manuel Bermúdez, por el honor que le confería, citando, como muestra, a personas ilustres que le habían precedido, como Cioranescu, María Rosa Alonso, Carlos Pinto Grote, Doblado Claverie,… Y comenzó a narrar el por qué de la fiesta del 3 de mayo, siguiendo la letra de Viera y Clavijo.

La festividad de la Invención de la Cruz se celebró el 3 de mayo de 1494, en el campo del puerto de Añaza… bajo una gran tienda cubierta de ramos de laurel y construida en el mismo sitio donde estaba enarbolada la cruz que había traído a tierra el general Lugo, celebró la misa el canónigo Alonso de Samarinas… Desde este día se intituló Puerto de Santa Cruz aquella ribera.

No hay espacio en esta parcela para resaltar la rica biografía de Juan Arencibia, pero si lo hay para proclamar la justeza de su elección, atendiendo sólo a su condición de militar. Siendo coronel del Regimiento de Artillería de Tenerife, acuartelado en Almeyda hasta el año 1988, tuvo la feliz iniciativa de convertirlo en Museo. Es el actual Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias, que demanda ser declarado, por lo que representa y tiene, un Bien de Interés Cultural.

Sumándome al espíritu narrativo que inspiró la disertación del pregonero, sobre el sentido de la festividad que recuerda la fundación de nuestra Ciudad, hallo una análoga referencia en un editorial de La Tarde (3 marzo.1967): “Y todo empezó por la playa de Añaza, ese todo que se llama historia y españolización. Tenía que ser así porque a las tierras de ley se entra por la puerta grande y no otra cosa que el luminoso portalón de Tenerife es nuestro Santa Cruz… Los pueblos isleños se asentaron tierra adentro, y en la Vega de Aguere, entre mares de rubias espigas, La Laguna, ordenancista y clerical, se despliega sobre su clásico patrón urbanístico al tiempo que su Cabildo rige y gobierna con buen tino… Santa Cruz se quedó sólo con el mar y su riesgo… todo lo sacrifica a su condición de plaza artillada, trazado, porte, belleza…” ¡Felices Fiestas de Mayo!