X
tribunales > muerte de una mujer en valle de san lorenzo (julio de 2010)

El acusado afirma que el suceso fue un accidente

   

El supuesto asesino se enfrenta a una pena de 20 años de prisión y una multa de 300.000 euros. / ÓSCAR MARTÍN

El supuesto asesino se enfrenta a una pena de 20 años de prisión y una multa de 300.000 euros. / ÓSCAR MARTÍN

DANIEL JIMÉNEZ | Santa Cruz de Tenerife

En un giro a su declaración inicial, P. L., el ciudadano húngaro acusado de matar a su mujer el pasado 8 de julio de 2010 en el Valle de San Lorenzo, en el municipio de Arona, admitió su responsabilidad pero asegura que fue un hecho accidental motivado por una discusión que se escapó de su control.

En una vista pública celebrada ayer en la Audiencia Provincial, el presunto asesino relató una nueva versión de los acontecimientos según la cual él termina de trabajar (es músico en hoteles de la Isla) y, tras dejar a sus compañeros, habría llegado a casa sobre la 1.30 de la madrugada. Allí se encontraría con su mujer, a la que cuestionó acerca del significado de unos mensajes que mantenía con un miembro del grupo donde tocaba el detenido.

La fallecida habría admitido la existencia de los mensajes, según las palabras de P. L., e incluso recordó la contraseña del Facebook a su marido ya que la había olvidado. Dicho esto, la mujer se habría marchado de su domicilio mucho antes de su hora de entrada a trabajar, sobre las 6.30 horas, en el Aeropuerto Reina Sofía. Debido a eso, los remordimientos le afectaron y, presuntamente, bajó al garaje comunitario del edificio con la intención de disculparse.

Siempre según la versión del acusado, para quien se piden 20 años de cárcel, la discusión entre ambos se habría reanudado con más violencia, hasta el punto de que la mujer (cinturón marrón de taekwondo) habría agredido al procesado, produciéndose un forcejeo entre la pareja que hizo que se estrellaran contra una estantería del trastero anexo al aparcamiento, lo que habría provocado la caída de un altavoz que habría abierto una herida en la frente de la víctima.

Tras esta situación, la asesinada habría vuelto a atacar al húngaro, que -dice- esquivó el golpe, haciendo que se golpeara con la puerta del trastero, produciéndose una herida en la mano derecha, la cual desató su furia y atacó a su marido. Éste la empujó y la mujer se golpeó la cabeza contra el suelo del garaje, perdiendo el conocimiento de forma inmediata. En ese momento el acusado habría constatado la muerte de su esposa y, debido a unos supuestos nervios, envolvió la cabeza de la mujer y la metió en el maletero de su vehículo para, tras un período de tiempo que no recuerda, detenerse y enterrar el cadáver cerca del campo de fútbol de San Roque (San Miguel), por miedo a las consecuencias.

Una vez sepultado el cuerpo, regresó a lugar de los hechos para deshacerse de las prendas y objetos manchados de sangre e intentar limpiar el trastero de pruebas. Luego, habría tirado la bolsa donde guardó lo recogido en un contenedor, volviendo a casa después. Al día siguiente intentó disimular la ausencia de su mujer negando cualquier pregunta de los compañeros de trabajo de ésta, extrañados por su ausencia, y de la Guardia Civil, que había acudido al domicilio del acusado por el aviso de los trabajadores de la tienda donde atendía la mujer asesinada.

Ante la poca colaboración del marido, los agentes le acompañaron a la comisaría para presentar una denuncia por desaparición, momento en que descubren numerosas pruebas que contrastaban con su declaración, y se inicia una investigación en la que se hallan manchas de sangre en el coche y el trastero de la pareja, lo que desemboca en la detención del procesado.

Durante el operativo de búsqueda del cuerpo, el presunto asesino no facilitó la labor policial, señalando distintas localizaciones donde habría enterrado a su esposa que eran erróneas. Una vez hallado el cadáver, que no era visible a simple vista, el acusado achaca su actitud esquiva a la ingesta de tranquilizantes para evitar los nervios que sufría.

La Fiscalía pide 20 años y 300.000 euros

La Fiscalía pide para P. L., ciudadano húngaro de 41 años acusado del asesinato de su mujer, 20 años de cárcel y una indemnización que llega a 300.000 euros para los hijos de la fallecida. A esta petición se suma una acusación particular realizada por la hermana de la víctima, que aumenta la indemnización a la cifra de 600.000 euros.

Durante el alegato inicial de la vista pública celebrada ayer, la fiscal argumentó la falta de cooperación del presunto homicida, que se mostró despreocupado y realizó una vida normal, sin dar síntomas de nerviosismo por la supuesta desaparición de su esposa. El hecho de que las compañeras de trabajo preguntaran al procesado por el supuesto crimen sobre el paradero de su mujer propició que la Guardia Civil acudiera al domicilio y diera comienzo a la investigación que acabó con la detención del marido de la fallecida.

Desde ese momento (9 de julio de 2010), el acusado ha estado privado de libertad y no ha mostrado cooperación en la labor de investigación, negando cualquier conocimiento. Es por eso que la Fiscalía considera que los hechos acaecidos incurren en un delito de asesinato con agravante de parentesco.

A lo largo de esta semana, se presentarán al jurado popular asignado al proceso las pruebas periciales realizadas en el lugar de los hechos por técnicos especialistas de la Policía.