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Miriam Pérez deja la huelga de hambre tras la apertura de negociaciones con UGT

   

Miriam Pérez Mendoza, con el alcalde de Santa Cruz y el abogado Jairo Fernández (a la izquierda). | EFE

Miriam Pérez Mendoza, con el alcalde de Santa Cruz y el abogado Jairo Fernández (a la izquierda). | EFE

DOMINGO NEGRÍN MORENO | Santa Cruz de Tenerife

Miriam Pérez Mendoza abandonó ayer la huelga de hambre que mantenía desde hacía un mes como protesta para exigir su readmisión en el puesto de administrativa de los servicios jurídicos de UGT. La extrabajadora había regresado esa misma mañana a su acampada ante la Casa Sindical de Santa Cruz tras una visita de dos horas al Ayuntamiento, donde se iba a anunciar un acuerdo que llegó treinta minutos después de la mano del alcalde, José Manuel Bermúdez.

Finalmente, la ejecutiva regional de UGT ha aceptado la propuesta de reunirse con Miriam bajo la mediación del Arcadio Díaz Tejera. La cita está fijada para el próximo día 17.

Como si del guion de una película de suspense se tratara, y después de una interminable espera, Bermúdez compareció con la cara desencajada en una sala acompañado de representantes de los grupos municipales y de la propia Miriam. “No hay acuerdo”, dijo visiblemente contrariado. “La respuesta de UGT no recoge el espíritu del escrito consensuado en este Ayuntamiento y aceptado verbalmente por la otra parte”, se lamentó el alcalde. “No lo puedo entender desde un punto de vista humano y democrático”, exclamó. “Es algo que no entra en mi cabeza”, apostilló. El regidor precisó que los firmantes del texto no se posicionaban del lado de la huelguista, sino que simplemente se trataba de propiciar un diálogo.

“Atendiendo a las solicitudes realizadas por doña Miriam Pérez Mendoza de ser escuchada por la comisión ejecutiva regional de UGT-Canarias, esta acepta, junto al responsable de sus servicios jurídicos, a reunirse con ella y su asesor jurídico o persona de confianza que designe con el fin de abrir una ronda de diálogo”. Este párrafo encabezaba la comunicación enviada desde la corporación capitalina a la dirección de la Unión General de Trabajadores. “Con el ánimo de conseguir que doña Miriam Pérez mendoza abandone la huelga de hambre y evitar un mayor perjuicio a su salud”, contestó Fernando Martínez-Barona, “aceptamos la solicitud realizada a instancias del Ayuntamiento de Santa Cruz para que sea escuchada por la comisión ejecutiva regional”. En ese correo electrónico, UGT dejaba patente, tal como ya había transmitido el día anterior y ayer mismo, “la imposibilidad de negociar, dado que se ha ejecutado un expediente de regulación de empleo autorizado por resolución administrativa firme en la Dirección General de Trabajo”. Asimismo, hacía constar que sus reivindicaciones están pendientes de resolverse en la Sala de lo Contencioso-Administrativo de Las Palmas de Gran Canaria, “sin que se perjudiquen o limiten sus derechos fundamentales, amén de los de esta organización”. Esas palabras añadieron confusión. Lo mejor fue el desenlace.

En huelga de hambre desde el 12 de marzo, Miriam Pérez Mendoza ingresó el 3 de abril en el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria. Entonces, su estado de salud se agravó al dejar de ingerir líquidos. Al mediodía del día siguiente ya estaba otra vez en su tienda de campaña. “Siento que mi corazón va a fallar en cualquier momento”, escribió el domingo en su muro de Facebook.

LOS BECARIOS ERAN DOS INFLITRADOS

La expectación era enorme en el salón García Sanabria de la casa de los Dragos. El termómetro de la tensión ambiental subía un grado por cada minuto que pasaba por delante de los asistentes a la convocatoria urgente de rueda de prensa sobre un “principio de acuerdo” en el caso de la extrabajadora de UGT en huelga de hambre. Los bostezos se contagiaban a medida que la incertidumbre se iba transformando en aburrimiento.

Respaldado por los portavoces de todos los grupos municipales, el alcalde se ganó el reconocimiento de activistas que otras veces lo habían puesto verde.

Entre los medios de comunicación, llamó la atención que dos infiltrados de UGT se hicieran pasar por becarios de la SER.