EL FIELATO >

César – Por José David Santos

No conocí a César Manrique. Cuando falleció en Lanzarote en un accidente de tráfico apenas tenía 18 años y su figura me era ajena, distante; evidentemente, sabía quién era, pero desconocía por completo su importancia como artista y su impronta como defensor de su tierra. La muestra que ayer se inauguró en la sede central de la Fundación de CajaCanarias sobre la obra y pensamiento de Manrique muestra, de manera somera quizá, pero impactante, la sombra de grandeza de un artsita irrepetible. Lo malo, lo peor, es que yo no soy un ejemplo aislado del desconocmiento que sobre César existe en toda una generación que no vivió la época de esplendor del artista. Por contra, es reconfortante ver cómo, por ejemplo, en la última de edición de El pequeño Diario (ese suplemento elaborado por distintos centros escolares que se publica en nuestro periódico) el asunto principal del mismo era el recordatorio de los 20 años de la muerte del lanzaroteño universal. Sin embargo, no creo que sea la norma. Esta tierra cainita y olvidadiza ha enterrado su figura. Por eso, en parte, recomiendo la visita a la muestra César Manrique. La conciencia del paisaje, porque más allá de admiriar muchos de sus trabajos existe la posibilidad de redescubrir al hombre; al defensor de su tierra; al lanzaroteño que jamás abandonó el lienzo; al artista que se hizo militante y paraba palas ante obras que calificaba de mamotretos; al emprendedor que se fue a la urbe neoyorquina y conoció a la vanguardia artística, pero prefirió el olor a sal y el sonido del viento entre las lavas de su terruño; al visionario que describió la oportunidad del turismo; o al niño que hacía dibujos en la arena de Famara con 60 años. Por eso y porque no debe caer en el olvido todo lo que fue, representó y nos legó, dejénse seducir por él.

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