UN DOMINGO CUALQUIERA >

i-política – Por Gustavo Matos

Las formas de hacer y entender la política ya nunca volverán a ser lo que han sido hasta ahora. No sólo porque la crisis económica ha demostrado que las instituciones democráticas se muestran insuficientes para defender a los ciudadanos de los abusos del mercado, de los poderes financieros, sino porque la revolución global que se está produciendo en el modo en el que las personas se relacionan entre si ha dado un salto evolutivo brutal que ha dejado a la política vieja en muy poco tiempo. Las redes sociales lo han revolucionado todo y ya nunca nada será igual. Me confieso un apasionado de este cambio. Hasta hace muy poco tiempo era un sueño que pudieras conocer en tiempo real que opinaban tus simpatizantes, seguidores y adversarios sobre lo que hacías o dejabas de hacer en política. La comunicación política era unidireccional. Los políticos se expresaban, actuaban, tomaban decisiones, y sólo podían conocer con certeza el acierto o el rechazo a las mismas a través de encuestas ( que generalmente fallaban ), y en las elecciones correspondientes cuando los ciudadanos expresaban mediante el voto su opinión. Hoy eso está tan superado que parece prehistórico. Cualquier red social te permite conocer sobre la marcha que opinan los ciudadanos sobre todo lo que haces o dices. Te demandan tu opinión, te critican, te felicitan, te reprochan, te siguen, te dejan de seguir. Se realizan debates virtuales con adversarios políticos a los que nunca has visto, te pones en contacto con compañeros de partido que viven a miles de kilómetros, con periodistas, con personas con las que de otra manera jamás te hubieras podido relacionar. En este sentido, Twitter o Facebook han hecho más por modernizar la democracia que miles de tratados políticos. Por eso, cuando uno observa un parlamento al uso, no pude dejar de pensar en que se ha quedado en el pasado más remoto en muy poco tiempo. Y todo esto tiene que ver con la exigencia ciudadana de una mayor participación. A alguien que se relaciona directamente con un diputado o un senador a través de Twitter, que se organiza con miles de ciudadanos para poner en marcha una campaña de reivindicación, ya no le vale la unidireccionalidad en política. La sensación de que todo va a otra velocidad, que es más directo y fresco que lo que sucede en las instituciones es generalizada. Es el tiempo de la i-política, a la que no tenemos que temerle, todo lo contrario. Abrazarla con la pasión de que ya no hay limites de espacio o de tiempo entre los representantes y los representados. Es revolucionario. Es apasionante. En nuestras manos está que la política se adapte a los tiempos o los ciudadanos encontrarán otro modo de organizarse como ya está sucediendo.