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Las leyes y las gallinas – Por Wladimiro Rodríguez Brito

   

El pasado jueves se celebró la reunión maratoniana, de cinco horas, sobre la agricultura canaria, sus problemas y alternativas, organizada por Tribuna Fórum en La Laguna. Un debate preocupado por el futuro del sector, con mucha información y planteamientos, en algunos casos encontrados, entendiendo que hemos de dar cambios importantes para corregir el actual rumbo de la nave.

Por todos es asumido que el sector primario es clave para el futuro de las Islas, no solo por las demandas de los estómagos locales, sino que lo es también en los planos sociales, ambientales y culturales. Se puso de manifiesto que los actuales cuellos de botella, si bien son limitantes (agua, suelo, topografía…) no lo es menos el marco jurídico, con una maraña de leyes bien locales, bien impuestas desde el exterior, que aún hacen más difícil la actividad agrario-ganadera en las Islas, valga como ejemplo los problemas de los aranceles o las leyes comunitarias aplicadas en nuestro territorio. Como referencia se planteó el caso de las importaciones de queso que dan lugar a lecturas engañosas, al tener como denominación de origen tipo gouda o manchego, aunque no reúnan las exigencias locales de ambas denominaciones de origen. En este mismo plano, se planteó la situación del llamado comercio triangular por el que entran en Canarias productos de la Unión Europea producidos en terceros países. El marco legislativo vigente en las Islas crea también numerosos problemas, ya que ha estado al margen de la problemática del sector primario.

Valga como referencia el planteamiento que hizo Pedro Molina sobre las explotaciones ganaderas, de las que existen unas nueve mil pendientes de la legislación municipal y los correspondientes planeamientos urbanísticos, puesto que si bien cumplen en el plano sanitario y en la legislación comunitaria, tienen numerosas dificultades por la presión del suelo urbano sobre el suelo rústico.

En relación al marco legislativo comunitario es de destacar que se han creado muchos problemas, dada la rigidez de dichas leyes y su difícil aplicación en nuestros medios insulares. Un ejemplo es la Ley de Bienestar Animal, que ha producido numerosas dificultades en las granjas avícolas, generando una crisis importante en el sector, seguramente su aplicación generará numeroso problemas al resto de la actividad ganadera en las islas en los próximos años. En el caso de la avicultura, no solo ha incrementado los costes por las exigencias en la ampliación de espacio y mejora de instalaciones, sino que ha hecho inviable numerosas explotaciones ante la demanda de más recursos económicos y territoriales. Así, hemos pasado de autoabastecernos de huevos hace tres años a importar un 30% el pasado año, por tanto haciéndonos más dependientes del exterior; importaciones de países en los que no se existe tal marco teórico de bienestar animal, ni las exigencias en la alimentación que se nos pide a los productores comunitarios, esta situación empobrece el sector productivo local. ¿Qué decir tiene las exigencias de alimentar las granjas con proteínas de origen vegetal y la tolerancia que hay en terceros países al uso de harinas de origen animal?. Es más, gran parte de los productos que consumimos en Canarias vienen de terceros países a los que no se les aplica aranceles de entrada, ni nadie les pide el DNI de procedencia, pues tengamos en cuenta que lo que dejamos de pagar en aranceles de estas importaciones supera económicamente las ayudas del REA a los productos que proceden de la UE y que consumimos en Canarias.

Las razones expuestas anteriormente son parte del lastre que impide que nuestros jóvenes miren para el campo. ¿Cómo les vamos a pedir esfuerzos con este panorama? Por ello, en el debate del pasado jueves se puso de manifiesto las duras dificultades que tiene el sector primario en las Islas, pues las importaciones de choque de los últimos veinte años, que han supuesto un duro atropello a las producciones locales, como ha ocurrido con la actividad ganadera, de la que importamos más de 40 kilos por habitante y año o bien, con las papas de las que no superamos el 50% de nuestro autoabasteciemiento, son algunas de los problemas del sector en las Islas.

El futuro pasa no solo por invertir en el campo, sino sobretodo por dignificar la vida de los campesinos en el plano social y económico, asegurando una serie de garantías básicas para el sector, en el que las leyes tengan en cuenta la opinión de los hombres y las mujeres que viven y trabajan en el campo. La Ley de Bienestar Animal es una ley hecha en una época alegre de la Europa rica, cargada de excedentes agrarios y lo que nos parece peor, alejada de la problemática del mundo rural y posiblemente influenciada por los grandes grupos de presión en la distribución de alimentos. Dudamos que tuvieran mucha preocupación por el bienestar de las gallinas a las que les han puesto entre otras cosas, unos ponederos en la intimidad, que tan caros les está saliendo a nuestros ganaderos. Sin embargo, sí sabemos que nos hacen más pobres, más dependiente y lo que no es menos importante: nos hacen alimentarnos con Obnnis (objetos nutritivos no identificados).