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Polca – Por Benito Cabrera

La polca es uno de los géneros más extendidos en el ámbito de la música occidental. En ritmo binario y de carácter vivo y desenfadado, su aparición tuvo lugar en la década de 1830, en la zona de Bohemia. Acerca del origen etimológico, algunos afirman que proviene del término checo pulka, que viene a significar mitad, por el medio paso que se da en el baile.

Lo cierto es que es un ejemplo de rápida expansión tanto en su vertiente popular como culta. Rachmaninov, inspirado por la escucha de músicos callejeros, compuso su famosa Polka Italiana, para piano. Los hermanos Strauss hicieron las Tritsch-Tratsch Polka y la Pizzicatto Polka, con las que cosecharon un gran éxito. Bedrich Smetana incorporó la polca en su ópera Prodaná nevesta en el primer acto.

En el terreno popular, varios países europeos (Irlanda, Estonia, Finlandia, etcétera), lo incorporaron a sus repertorios populares, con adaptaciones como el galopp danés. Los emigrantes llevaron también la polca a América, donde se conocen infinidad de variantes en México, Perú, Argentina y Brasil.

Las polcas canarias se interpretan básicamente en Tenerife, Fuerteventura, Gran Canaria y La Palma, con variantes estables como la Polca del Ratón, o como género de improvisación en el que las coplas -generalmente con un lenguaje atrevido y soez- forman parte de la capacidad de repentización de los cantadores.

Una de las composiciones más populares a nivel internacional sobre este género es la Polka Frutera, con letra de Nijota y música de Elfidio Alonso, en la que se critica la explotación del agricultor por parte del intermediario. También existe en las islas versiones instrumentales, como la Polka de los Enanos, que sirve de acompañamiento musical a la mágica transformación de estos entrañables personajes, insustituibles en las fiestas de la Bajada de la Virgen de Las Nieves.