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MIRADA PROPIA >

La rabia – Por María Vacas Sentís

   

Primero fue una inoportuna espina, un tonto pinchazo, un dolor chiquito. Torpe aviso para desatentos. Las grandes superficies colonizaban parques, patrocinaban monumentos, dictaban pregones, planificaban la ciudad, se enseñoreaban de lo cotidiano. Luego vino la pedrada en la frente. Se malvendió lo de todos, y empezamos a pagar por saciar la sed, por tener luz, por respirar. Más tarde amanecimos atónitos con extensos moratones en brazos y piernas. Entramos en la Europa del capital. La democracia se quitó la careta. Regalamos dinero a espuertas a los bancos. Creció el desempleo. Se instauró la injusticia. La constitución legalizó el robo al pueblo. Se priorizó el pago de la deuda. Se redujeron los salarios, creció el desempleo. Se cerraron hospitales y colegios, se negó la sanidad a los extranjeros. Las transnacionales asaltaron los servicios públicos.

Luego fue el cachetón que trazó fronteras en el rostro; después una patada en la cabeza. Se forzaban puertas y ventanas, se echaba a las familias a la calle. Los bancos apilaban en sus cajas de seguridad corazones en carne viva junto a casas robadas. Se empezaron a quemar programas electorales en las vías públicas. Los niños lloraban de hambre en los colegios. Pero seguíamos viendo el fútbol, yendo a clase, acudiendo gallináceos a nuestros puestos de trabajo, absortos guardines de nuestras parcelitas de seguridad.

Poco después el cuchillo nos sajó el alma, la esperanza se desangraba a chorro limpio, los desahuciados se tiraban por las ventanas, las madres se mareaban de hambre en los puentes. El futuro amanecía envuelto en celofán negro.

Pero llegó el día en que se disiparon los efectos de cientos de kilos de anestesia y las calles se empezaron a colmar con la hartura de la gente. Y fue creciendo la rabia. Volaron las primeras pelotas de goma. Las porras se desenfundaron anónimas. Se abrieron las cárceles y las brigadas grises en formación de cucarachas cortaron las avenidas. Y con la rabia se perdió el miedo. “La rabia simple del hombre silvestre, la rabia bomba, la rabia de muerte, la rabia imperio asesino de niños, la rabia madre por dios tengo frío”. Como cantaba Silvio Rodríguez, la rabia es ya mi vocación.

mvacsen@hotmail.com