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Por qué no me callo >

La Santa – Por Carmelo Rivero

   

Este que debuta es un mes de efemérides no exentas de malicia. Oficiosamente, hoy es el día internacional de la diversión en el trabajo que, por lo visto, se celebra desde 1996 (tiene mala guasa brindar por el humor positivo del curro bajo el humor negro del paro intempestivo). El 7 es el día mundial de la salud (atrapados en las listas de espera), y el 23, del libro y de los derechos de autor (con el gremio al pairo). Una de libros: En su ‘Viaje a las islas Canarias’, Juan Cruz revela que Merkel comete la herejía de mezclar zumo de naranja con una ración de almogrote en sus escapadas de Semana Santa a La Gomera, cuando no va a Ischia. (La crisis, de origen antropogénico como el calentamiento global, debe de contribuir lo suyo a la extinción de la especie humana como prevé el paleofuturo.) La canciller tiene estómago para eso, pero no acierta a leer esta crisis, como diría un cronista recurrente de fútbol. No hay sino que reparar en el calamitoso corralito chipriota para ver lo que ignora la alemana (Angela y democristiana) del viacrucis de la eurozona, y en su inmunidad a los zafios escraches que purga su homólogo PP; tan dóciles ante ella sus menesterosos jubilados uncidos al minijob, por mucho que hoy se finja de francachela el laboreo codiciado. Esta comunidad abrirá aulas en verano para alimentar a miles de niños en el refectorio escolar. No es ninguna broma. Los líderes futuros deberían jurar o prometer dimitir si durante su mandato aumentara el paro, la pobreza y el hambre (máxime si es infantil). Para Shakespeare -que inspira el día del libro con Inca Garcilaso y Cervantes- todos somos actores y para el papa hay curas burócratas que deben ser “pastores con olor a oveja”. Uno de esos actores, Dijsselbloem (jefe del Eurogrupo) dice y se desdice que el rescate de Chipre -con cargo al ahorro- es el nuevo dogma. La biblia de la santa Merkel. Nos gobiernan al revés. Si todos pusiéramos los puntos sobre las íes, el mundo entraría en coma.