Sí, se trata de huir – Por María Fresno

En un momento como el actual, cuando las ideas brillan por su ausencia y solo queda la desesperación de familias y empresas por salir de esta situación que asfixia, las buenas iniciativas son de agradecer. Me refiero al reciente encuentro organizado por CEOE-Tenerife, que, junto a Proexca, ha decidido poner en contacto a constructores de las Islas con empresarios de Brasil para construir allí más de dos millones de viviendas. El sector de la construcción en las Islas está muerto. No solo porque la iniciativa privada no tiene financiación y, por consiguiente, no invierte, sino porque no hay obra pública a la vista en muchos años. Ya sea por la crisis o la burocracia que envuelve en papeleo a los empresarios, lo cierto es que en Canarias poco futuro tiene este sector. El presidente de la patronal, Antonio Plasencia, lo dijo ayer en una entrevista en este periódico: hay obras que deberían estar terminadas en el año 2003 y aún no se han hecho, sobre todo en Tenerife, donde, en su opinión, cualquier iniciativa de cualquier tipo se retrasa en el tiempo indefinidamente. Por eso, tal y como está la situación en Canarias, con casi 400.000 parados, 118.000 familias con todos sus miembros desocupados, unos 200.000 parados de larga duración (más de un año sin empleo) y una tasa de desempleo juvenil de casi el 60%, lo más normal es que tanto las empresas como los ciudadanos huyan de las Islas, porque, no nos engañemos, no se trata de movilidad laboral, como intenta vendernos el Gobierno, o de viajar en busca de experiencia o para aprender idiomas. Se trata de huir. De marcharte de tu país obligatoriamente porque en él ya no puedes vivir. No te da los requisitos básicos, como un empleo para poder mantener a tu familia o labrarte el futuro. Ya no te garantiza ni una casa. No hay que disfrazar la salida de otro modo. Esto es una huida en busca de un porvenir. Por eso, hacen bien, en este caso los empresarios, en abrir puertas para que las empresas salgan fuera porque, por desgracia, es la única manera de que, en el momento actual, sobrevivan. Lo mismo ocurre con los jóvenes, estudien una carrera o no. Por duro que parezca, aquí no tienen futuro, y hay que ser realistas: una vez que se van, ya no regresan porque, a pesar de que tenemos sol y playa, camarones y cañitas, buen vino, el Teide y dieta mediterránea, no tenemos nada más que ofrecerles. Fuera se vive mejor, o por lo menos se trabaja y se gana más dinero. ¡Lástima que los alemanes crean que somos unos vagos!

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