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Sigfrid – Perplejita Me Hallo

   

Alguien que se ha llamado Sigfrid toda la vida acumula sordamente una cantidad de resentimiento contra el mundo que acaba explotando de una forma u otra. El nuestro, Sigfrid Soria, ha reventado esta semana amenazando a los activistas de la Plataforma Antidesahucios con “arrancarles la cabeza” si se les ocurre hacerle un escrache a él. Cosa que, intuyo, no se le había ocurrido ni a uno solo de los perroflautas aludidos, la mayoría de los cuales se preguntan (y con razón): “¿Quién es este señor?”.

Este tipo de locurones verbales tienen una utilidad innegable a la hora de distraer de lo importante. Mientras nos llevamos las manos a la cabeza con los tuits de Sigfrid, mandamos al segundo plano que sigue habiendo desahucios de familias cada día. Si dejamos que el debate se centre en las formas de protestar, olvidaremos por qué se protesta.

No veo bien los escraches. Entiendo por qué se producen y qué expresan, pero me parecen inútiles, una pérdida de tiempo y energías. Imaginen grupos de neonazis plantados cada día ante las casas de los diputados, exigiendo, por ejemplo, medidas abiertamente racistas. O ultras católicos persiguiendo diputados para que se derogue la ley del divorcio.

Nuestra democracia ya está lo bastante depauperada como para que abramos esa senda y la transitemos. Ése no es el camino.

Sigfrid jamás habría llegado a portada de El País si no llega a activar el modo cavernario en su Twitter. Si eso es todo lo que le queda a un hombre para hacerse notar, déjenle vivir.