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La calle – Por Francisco Pomares

La propuesta de dar a una calle de Santa Cruz de Tenerife el nombre del líder independentista Antonio Cubillo se puede convertir en otra sorprendente demostración del surrealismo isleño y tropical que fascinó en su día a André Breton. Ponerle a una calle el nombre de alguien requiere de cierto consenso: la propuesta del concejal coalicionero Hilario Rodríguez, de la facción independentista de Coalición Canaria, no parece contar con apoyos suficientes para prosperar en el pleno municipal, aunque -si se vota- obligará a cada cual a retratarse sobre el particular. El PSOE, después de algún inicial titubeo, ha planteado que no apoyará la moción, porque la ciudadanía no la entendería. El alcalde Bermúdez quiere quedar bien con su concejal independentista, un tipo sin papas en la boca que resulta que controla la tercera parte del comité local de Coalición en Santa Cruz, pero no quiere líos con la oposición ni broncas innecesarias con las asociaciones de víctimas del terrorismo y las fuerzas de seguridad. Habría preferido que Hilario no presentara la iniciativa, pero ya está presentada, y Coalición tendrá que definirse. Lo más surrealista es lo del PP, que sigue sin decir esta boca es mía, porque resulta que Cristina Tavío, lideresa local de los conservadores, es amiga de la familia de Cubillo. Ya le costaron a doña Cristina un buen disgusto con los suyos sus declaraciones hagiográficas en la muerte de nuestro hombre en Argel. Ahora en el PP local se la cogen con papel de fumar y no abren el pico. Cubillo es un personaje muy discutido, con una trayectoria rechazada por gran parte de los chicharreros. Al margen de su ideología secesionista, o su discurso antiespañol, Cubillo es responsable por inducción de la muerte de dos personas como resultado de acciones terroristas. Es verdad que Cubillo volvió a las islas libre de cargos y abrazado a la Constitución Española, pero nunca dijo haberse arrepentido del daño causado a personas inocentes. Hoy hemos olvidado que en los difíciles años de la Transición, al margen de una difusa e involuntaria responsabilidad en el accidente de Los Rodeos, el Mpaiac provocó dos muertes en actos terroristas directos. Puede argüirse que Cubillo era un buen tipo y que el carácter simbólico de su figura es evidente: fue promotor del independentismo en la OUA, vocero del antigodismo desde Argel y protagonista -muy a su pesar- de un acto salvaje de terrorismo de Estado. Es indiscutible que Cubillo forma parte de la historia reciente de Canarias. Como también forman parte de ella el estafador Santaella, Dámaso -el brujo del Batán- o el rey del trinque, Dimas Martín. Y no por eso hay que ponerle sus nombres a las calles de la ciudad.