educación>

Discriminados y humillados

JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife

Juan -nombre ficticio dado para preservar su intimidad- lleva más de una década dando clases de Religión en Primaria. Hasta ahora nunca había tenido problemas y participaba activamente en todas las actividades del centro, como un docente más. Desde hace dos cursos su situación se ha vuelto “insostenible”. Por orden de la Inspección General Educativa, ahora ya no puede asistir a los claustros y tampoco le permiten relacionarse con los alumnos más allá de los escasos 90 minutos semanales de clase que tiene con ellos. Incluso, el tiempo que pasa en la biblioteca supervisando y catalogando el material lectivo, debe hacerlo solo, ya que así lo obliga una controvertida instrucción que, aun sin estar por escrito, debe acatar.

[sws_grey_box box_size=»620″]Lee la noticia completa en la edición impresa de DIARIO DE AVISOS, en la plataforma Kiosko y Más y en nuestra hemeroteca de ediciones.[/sws_grey_box]