reflexión>

Rafael Nadal y el Seminario Menor – Por Juan Pedro Rivero

No sé si existe algún lector que no conozca cómo se llama el reciente campeón de Roland Garros; mejor: el ocho veces capeón sobre la tierra batida de París. Comentarios en todas las portadas de todos los rotativos de todos los países lo colocan como el hombre-récord, que ya ha hecho historia como tenista de élite. Recuerden sus ojos, a punto de derramar lágrimas de emoción, mirando al cielo francés, mientras sonaba el himno de España. Una estampa, sinceramente, muy emotiva. Su tenis no es el resultado de una reciente actividad. Era un niño y comenzó el duro entrenamiento que le ha llevado a donde está. El talento, los reflejos, la velocidad, sin el esfuerzo perseverante de entrenamiento, de gimnasio, etc., no da para tanto. Sus condiciones físicas le ayudan, claro que sí. Pero quisiera destacar la importancia de su espíritu de sacrificio y perseverancia, de su esfuerzo. Si le preguntáramos por el momento de su vida en el que quiso dedicarse al tenis, seguro que nos respondería que de pequeño. Siendo aún un adolescente fue subcampeón de España. Ya apuntaba maneras. Los grandes hombres se curten desde la infancia. No es otro el camino. La última semana de este mes de junio celebramos en el Seminario un cursillo de discernimiento vocacional. No hace mucho tiempo me comentaron cómo era posible que unos niños y adolescentes tuvieran claro desde tan temprano su vocación sacerdotal. La respuesta a esa pregunta fue tan concreta, como mi propia experiencia e historia personal: yo, personalmente, lo tenía claro. Hay inquietudes que revolotean en nuestro interior y que no tienen otra razón de ser comprensible que el misterio de la vocación. Uno lo sabe. Tal vez el rey de la tierra batida nos ayude a entender que Dios llama, concediendo talento y sacrificio, “desde el seno de mamá”.

@juanpedrorivero