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LXVIII BAJADA DE LA VIRGEN DE LOS REYES >

“Por ver a la Madre Amada, no me duele la caminada”

   

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N. CHIJEB | FOTOS: F.PALLERO-K.TOSTE-N.CHIJEB | Valverde

Unas 20.000 mil personas se dieron cita ayer durante el largo recorrido de 28 kilómetros y más de 16 horas, para reeditar por 68 ocasión La Bajada de los Virgen de los Reyes desde su santuario de La Dehesa hasta la Valverde, partiendo de madrugada, transcurriendo bajo un tórrido sol y concluyendo con una agradable brisa en la capital que se tornó casi en vendaval a última hora de la tarde-noche. Cuando la bruma se hacía más intensa y en plena oscuridad, la Virgen de los Reyes salía de su santuario de La Dehesa a las seis de la mañana, arropada por sus pastores y por cientos de fieles que acudieron hasta la ermita desafiando el frío de la cumbre herreña para empezar, como cada cuatro años, otra Bajada más.

Tras una larga misa, la Virgen de los Reyes, partía rumbo a Valverde acompañada de los bailarines a ritmo de tambores, pitos y chácaras, siendo portada hasta la Piedra del Regidor por las autoridades insulares y locales. En este trono pétreo se colocó a la Madre Amada hasta que con la salida del sol, que descubre un cielo limpio de nubes, volvió a ser portada por cuatro devotos tras ser entregada al pueblo de Sabinosa, con sus vistosos gorros de plumas.

Cuando el polvo secaba los labios y el abrigo ya era un estorbo, la bandera blanca del trono de la Virgen alcanza la raya de Binto, donde los orgullosos bailarines y tocadores de El Pinar revelan a los de Sabinosa, acompañados de su patrón, San Antón. La primera raya ha transcurrido sin incidentes, aunque como en toda entrega, la lentitud contrasta con la rapidez que se dan los relevistas por portar a la Virgen. Cuando llegó a Malpaso, el punto geodésico de la Isla (1.501 metros), ya todos los santos patrones habían llegado a la Cruz de los Reyes para esperar a la Madre Amada. Pasadas las once de la mañana, todos los pueblos se dan cita en este gran descampado, lleno de magia para los bimbaches y cada uno de ellos rinde tributo a la diminuta talla que adquirieron los pastores de unos navegantes.

El fuerte calor, la altitud y el polvo  no pudieron con la singular fiesta de los pastores

Tras la santa misa se procedió al tendido de manteles, donde casi veinte mil personas se intercambian viandas y trataban de reponer fuerzas para proseguir el camino hasta Valverde, entre ellos el mismísimo presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, conocido mediomaratoniano. Aún quedan muchos kilómetros, muchas rayas, muchos pitos y tambores y muchas emociones que vivir para un pueblo que se reconoce a sí mismo cada cuatro años, algunos de sus miembros venidos de Argentina, Venezuela, Holanda o Dinamarca. Ni la temperatura superando los 30 grados ni la altitud ni la enorme polvacera cortó las ganas de jóvenes y mayores, herreños y visitantes, por proseguir el camino después de tres horas de descanso. Muchos por cumplir la promesa, otros por devoción y muchos por escoltar a la Virgen por los caminos de sus pueblos, siguiendo siempre la estela de los viejos caminos pastoriles o reales que se han mantenido desde que en 1745 comenzara a celebrarse cada cuatro años La Bajada, que en verdad tiene mucho de subida, sobre todo en su tramo inicial.

SI NO HAY PIQUE…

La espectacular raya de El Cepón marca el inicio del segundo tramo, menos duro por la bondad del clima y un desnivel apreciable. Es ahí, cuando la Virgen va acompañada de todos los santos patronos, cuando El Pinar la entrega a El Golfo, sin que en esta ocasión, al contrario de lo sucedido hace cuatro años, hubiera incidente alguno, aunque ya se sabe que para los herreños, “si no hay pique, no hay fiesta”. De ahí la gran rivalidad que se da en las rayas, cuando la exasperación del pueblo que aguarda a la Virgen se acrecienta ante el pueblo donante, que casi siempre acentúan o retrasan la danza a ritmo de tajaraste para mantenerla en su poder más tiempo.

Desde El Cepón hasta Tiñor, se fueron sucediendo los intercambios de porteadores, mientras llegaba el bienvenido refresco y se cernía sobre la capital una hospitalaria brisa y el atardecer caía sobre la silueta de La Palma. Ya entrada la noche, la Virgen de los Reyes hacía su 68 entrada en Valverde para descansar hasta el día 20 junto a todos los patronos de la Isla, con la misma emoción de siempre, con la misma devoción y fidelidad que le procesan aquellos que gritaron al viento: “Por ver a la Madre Amada, no siento la caminada”.

infografía de la ruta de la Bajada de la Virgen

Ruta de la bajada. | ALFREDO MATUTE

Tensión y nerviosismo en el intercambio de la Virgen entre El Pinar e Isora

Una simple raya dividió por minutos a cada uno de los pueblos que se traspasaron la imagen de la Virgen de Los Reyes durante la abarrotada Bajada, la cual no tuvo incidentes reseñables durante el acalorado recorrido. Sin lugar a dudas, el momento en el que El Pinar cedió a la Madre Amada a los hermanos de Isora, fue de los más emocionantes de la jornada ya que los lugareños vivieron con fervor y devoción un acontecimiento que se retrasó, puesto que los tocadores de Isora no supieron seguir la melodía y el ritmo que impusieron sus compadres de El Pinar, que obligaron a los primeros a traspasar su raya para ofrecer a San José a la propia Virgen y recoger el testigo que más tarde fue cedido a San Andrés. Tras una tensa conversación entre mandadores de ambos pueblos se resolvió el curioso suceso.

Otro de los actos de suma importancia fue el que tuvo como escenario el mirador de La Gorona , donde los bailadores de Sabinosa expusieron a la patrona de El Hierro al resto de Islas bajo un esbelto mar de nueves que logró emocionar a la mayoría de caminantes que llegaron hasta ese lugar.