NORBERTO CHIJEB | Santa Cruz de Tenerife
Comentaba Jesús Morales, sin tapujos, que la responsabilidad de que esa estación para depurar aguas residuales en el Valle no estuviera funcionando era “pura y exclusivamente del Gobierno de Canarias”, pero advertía asímismo que de no corregirse sus defectos y ponerla en funcionamiento en el 2014 podrían llegar “multas cuantiosas de la Comunidad Europea”, aunque no aclaró quien tendría que hacer frente a esas multas, aunque insinuó que la responsabilidad de las aguas fecales y el saneamiento corresponde a los ayuntamientos.
Las reacciones
El concejal de Urbanismo de Candelaria, Domingo Ramos, apoya la petición de Jesús Morales, para que el Gobierno de Canarias ejecute lo más pronto posible la Depuradora Comarcal del Valle de Güímar, para poder cumplir a nivel comarcal con la legislación vigente.
Más claro se muestra el primer teniente alcalde y concejal de Medio Ambiente de Güímar, Sixto Alfonso, quien recordaba que “ya en 2007, mi partido Alternativa por Güímar, presentó una moción poniendo de manifiesto el abandono del Gobierno de Canarias de sus obligaciones con la depuradora y hoy podemos decir que no solo está en desuso sino que está desmantelada, porque apenas queda el edificio y parte de la maquinaria ha sido robada”, manifestó Alfonso, quien entiende que si llegan las multas “será responsabilidad del Gobierno, por su tardanza en ponerla en marcha”.
El concejal de Güímar, sin embargo reconoció que “las aguas fecales es la asignatura pendiente de los tres ayuntamientos y aunque en Güímar estamos en parámetros aceptables, no dejo de reconocer que no son tolerable los vertidos al mar”.
El alcalde de Arafo, José Juan Lemes, por su parte, reconoció que “el viernes se llevará precisamente a pleno una moción para instar al Gobierno para que rehabilite la depuradora de La Hidalga y pueda ponerse a funcionar lo antes posible”, finalizó.
La obra tenía un plazo de ejecución de 15 meses, con un modelo de depuradora adoptado análogo al existente en zonas turísticas de la costa azul francesa (Niza, Mónaco o Antibes), con la tecnología más avanzada para evitar impactos negativos durante su funcionamiento. 20 años después sigue sin depurar.