Bueno, querido Juan Manuel, tú eres periodista; estuviste, en la etapa anterior de los medios públicos, a la que aludes, y ahora ves qué ha ocurrido. Y sabes que se está truncando una posibilidad: la aspiración a la independencia radical de los medios. El asunto de lo público es muy delicado; la luz de la público, que decÃa Heidegger, citado estos dÃas por Fernando VallespÃn en El PaÃs. Lo público es muy delicado; el uso de lo público para sustentar cualquier proyecto polÃtico de un gobierno y de un partido es malversar la confianza que se tiene en el origen popular, democrático, del poder. El poder no se da para que la mayorÃa absoluta, o la mayorÃa minoritaria, dé vÃa libre al uso de la radio, la televisión o la prensa a favor de la opción que ganó, pues la información no es en sà un proyecto que se somete al escrutinio de las elecciones. Del cumplimiento del programa informan los medios públicos, pero no según el dictado de los que han ganado las elecciones, sino en función de los criterios profesionales de los periodistas. Eso ha dejado de ser asÃ, otra vez, en la radiotelevisión española, y eso pesa mucho, y disgusta, y afrenta al origen mismo de la profesión y del oficio. La voluntad de lo público es ponerse a disposición de la ciudadanÃa, dejar que los que conocen el oficio marquen, desde criterios profesionales, lo que han de contar. Al margen de esto, hablas del tono de algunas televisiones, de alguna prensa. Pienso que en puridad este es un problema de cultura. El nuestro no es un paÃs culto; es un paÃs aún irrespetuoso, porque no lee. La lectura, la educación, es la madre de esta batalla. Lo sabes, lo dices, lo decimos. Por cierto, para la próxima recuerda que te pregunte qué estás leyendo ahora.