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Comunicación y convivencia – Por José Juan Rivero

   

Cuántas veces hemos discutido con nuestra pareja, con un amigo.., y nos dice que no le escuchamos, que no les prestamos atención. Tenemos la tendencia a aconsejar a los demás sin escucharles, nos vemos como el centro del universo. Yo suelo afirmar que tenemos el síndrome del ombliguismo, y que nuestra opinión y nuestra manera de pensar sobre un determinado tema es la que debe de prevalecer. Por esta razón nos aventuramos a afirmar que la falta de comunicación actual es debida en su mayor parte a que no sabemos escuchar a las personas con las que nos relacionamos. Nuestra atención se centra en querer e intentar buscar el momento en el que transmitir nuestras ideas y pensamientos, y en esta necesidad propia de expresarnos perdemos la magia de la comunicación, es decir, poner en común, compartir con los demás, como elemento fundamental de la convivencia, del vivir en comunidad, que son fundamentales para nuestra felicidad. Tendemos a pensar erróneamente que escuchar a la otra persona solo radica en aplicar un automatismo y que es más importante lo que aportamos que la escucha. Pero ello implica un esfuerzo superior al que realizamos para hablar y también del que podemos realizar al escuchar sin entender e interpretar lo que oímos, lo que conocemos como comunicación efectiva. Practicarla nos plantea escuchar y al mismo tiempo entender lo que la otra persona nos está contando desde su vivencia personal. Comunicarnos efectivamente con los demás implica un cambio en nuestros procesos mentales que desarrollan múltiples funciones cognitivas superiores para entender, comprender o dar sentido a lo que la persona nos está contando. Por esa razón nuestra actitud es activa por encima de todo, ya que en la comunicación entran los juicios de valor, nuestras creencias que nos hacen estar a favor o en contra de lo que se nos cuenta, nuestras emociones que nos generan bienestar o malestar con lo que nos están diciendo, etcétera, pero al mismo tiempo, la otra persona pasa por el mismo proceso, que en muchas ocasiones obviamos. Debemos de enriquecer nuestras herramientas comunicativas y conocernos mejor, lo que nos permitirá adquirir la perspectiva del otro, como centro fundamental para poder así descubrir los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen en lo que me está diciendo. Y cómo no, todo ello lleva aparejado el manifestar hacia la otra persona cierto nivel de empatía, es decir, saber ponerse en el lugar de la otra persona. ¿Te atreves a “convivir” mejorando nuestra comunicación? ¿Por qué no?

*PSICÓLOGO Y MIEMBRO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PSICOLOGÍA POSITIVA | @jriveroperez" target="_blank">@jriveroperez