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MALDITO PARNÉ >

Empleos a la carta – Por María Fresno

   

No son el chocolate del loro ni la solución a los más de seis millones de parados que tiene España. El milagro económico alemán que ha conseguido reducir las cifras de desempleo en el país germano a 2,9 millones de parados no es la panacea. Entiendo que trabajar, por ejemplo, fregando platos en un restaurante o limpiando oficinas tres horas al día, por un euro la hora, puede resultar precario y hasta me atrevo a decir que inmoral. Pero si este tipo de empleo ayuda a completar la nómina o a un joven le permite costear parte de sus estudios, no veo por qué se le tiene que demonizar. Si algo nos ha enseñado esta macabra crisis económica es a priorizar los gastos y a renunciar a todo lo que creemos que es prescindible. Un minijob, si se aplica como tal, no es otra cosa que un trabajo a tiempo parcial, por horas, que puede servir de complemento a los ingresos familiares. Es cierto lo que dicen los sindicatos de que este tipo de empleos no hará que las familias gasten más, pero si hará que Papá Estado se ahorre unos gastos que podrá desviar, por ejemplo, a sanidad o servicios sociales. Estoy de acuerdo, también, en que los minijobs no pueden ser usados como una fórmula de contrato estándar, sino como complemento. No sé si con seis millones de parados (291.000 en Canarias) podemos permitirnos el lujo de renunciar a los minijobs o cerrar restaurantes, tiendas y locales en vacaciones, pero lo que si sé es que será mucho mejor que quedarnos en casa esperando a cobrar del Estado o a que vengan a ofrecernos el trabajo que más nos conviene. Nunca volveremos a la situación de 2007. Ya no basta con ser el mejor. Hay que ser infinitamente mejor que el mejor. ¿A costa de qué?: ¿de renunciar a determinados privilegios, como dice la CEOE?; ¿de cobrar menos y trabajar más? o ¿de formarnos mejor? Ni idea, pero lo que si sé es que si seguimos con la tesis de: patrón rico y explotador y empleado pobre y explotado, la situación no mejorará. No me gusta el empleo precario ni los abusos laborales, pero no hay que perder la perspectiva, y guardando un concienzudo equilibrio, tener en cuenta que cuanto mejor le vaya al empresario, mejor le irá al trabajador porque se podrán pagar las nóminas. La idea de un mercado laboral basado en los méritos y en la productividad y no en las horas que un trabajor pierde delante del ordenador entrando en Facebook o Twitter no es descabellada. Estados Unidos hace años que la aplica y no le va tan mal. Se acabó la fiesta y se acabaron los empleos a la carta. Cuanto antes nos hagamos a la idea, mejor.

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