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Perversión – Por Andrés Aberasturi

   

Yo, de los periódicos, solo leo los titulares… Pues mal asunto, amigo, porque los titulares, esas grandes letras que encabezan las noticias, pueden llevar a conclusiones erróneas, sin necesidad de faltar a la verdad ni mentir, y crear en el lector una opinión distorsionada de lo que realmente es la noticia. Titular bien es un arte y materia de no pocas discusiones. Ocurre lo mismo que con el montaje de las imágenes en la televisión: depende de cómo se ofrezcan, la sensación que llega al espectador puede ser incluso contraria a la realidad. Pero no se trata aquí de divagar sobre temas internos sino de llamar la atención ante un fenómeno que, si siempre ha sido polémico, estos últimos días está dejando detalles de reflexión. En el desagradable tema de Gibraltar, no pocos medios titulaban con una verdad: “La flota de la Armada Británica se dirige hacia la colonia”. Si dejamos ahí la noticia, el ardor patrio puede llevarnos a enrolarnos como voluntarios para lo que sin duda sería una inminente guerra contra la Pérfida Albión o una humillación que exigiría al menos retirar al embajador ante Su Graciosa Majestad. Pues ni lo uno ni lo otro: se trata de unas maniobras previstas desde hace mucho y con el permiso del Gobierno de España. Claro que sería un detalle que, dada la situación, el señor Cameron ordenara un retraso para no echar más leña al fuego, pero en Londres hasta cuando te piden perdón en el metro parece que te insultan. Vendrá la flota con su buque insignia y aquí la tendremos alojada unos días en son de paz. Y menos mal, porque el submarino ese que hemos fabricado, el primero de la serie S-80, hundir se hunde pero luego es incapaz de subir a la superficie porque nos ha salido pesado, 75 toneladas más de lo previsto. El segundo titular también tiene que ver con Gibraltar y nos da cuenta del pesquero español apresado por las patrulleras gibraltareñas. Lo que habría que decir es que el pesquero llevaba 60.000 cigarrillos de contrabando, que fueron detenidos tres ciudadanos gibraltareños y que la operación se produjo porque la Guardia Civil había alertado a la policía del Peñón de las sospechas que tenía. El último ejemplo es el más político y se refiere al caso Bárcenas: “El juez Ruz obliga a declarar a Cospedal, Álvarez Cascos y Arenas”. ¿Miente el titular? No; todo testigo citado por un juez tiene la obligación de prestar declaración, pero entre decir que Ruz cita como testigo a Cospedal y afirmar que “obliga a declarar” hay un mundo no ya de sutileza lingüística sino de un intento de confundir la opinión del lector .La perversión de la realidad es siempre una atractiva tentación de la que conviene huir pero como parece ser que no es posible, intentemos al menos ser críticos con lo que vemos y leemos para saber si quien nos lo cuenta cojea de algún pie o se hace el cojo.