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El SEPE anima al Gobierno a realizar más inspecciones contra el fraude del paro

   

OFICINA EMPLEO

Imagen de una oficina pública de empleo con dos usuarias haciendo sus diligencias. / EFE

M. FRESNO / EP | Santa Cruz de Tenerife / Madrid

El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) ha animado al Servicio Canario de Empleo (SCE) a realizar más inspecciones y controles en relación con las políticas activas de empleo. El subdirector de prestaciones, dependiente del SEPE, en las Islas, Dionisio Martín, reconoció que son pocas las que se están haciendo, aunque aseguró que desde hace un año, “parece que están reaccionando”. “Antes era muy raro que nos vinieran denuncias”, indicó.

Estas declaraciones guardan relación con el anuncio, el lunes, de la retirada de 60.000 prestaciones por desempleo en toda España por cobro indebido durante el primer semestre del año. “Desde el SEPE -explicó Martín-, es nuestra obligación cumplir con el abono de la prestación así como controlar que se cumplen los requisitos”. En este sentido, detalló que anualmente existen unos objetivos que hay que cumplir. “En nuestro ámbito de actuación están las empresas ficticias o cobrar el paro mientras se está en el extranjero sin haberlo comunicado previamente, entre otras”.

Entre las competencias de la Comunidad Autónoma, indicó, están todas las relacionadas con las políticas activas de empleo, es decir, la falta de asistencia a cursos o talleres formativos o rechazar ofertas de trabajo. “Cuando esto ocurre”, explicó, “se debe comunicar al SEPE esta situación para nosotros actuar y retirar la prestación, de forma temporal o definitiva”. Martín indicó, además, que la actuación del ministerio no responde a ninguna campaña específica sino al trabajo diario que se realiza desde el SEPE. “Los usuarios deben saber que recibir las prestación conlleva una responsabilidad”.

Por su parte, Comisiones Obreras calificó de “ocurrencia peligrosa” el sistema de denuncias anónimas contra el fraude laboral puesto en marcha por el Ministerio de Empleo y lo valoró como un “chivatazo anónimo propio de un país totalitario y que sonroja a cualquier demócrata”.