DIARIO DE AVISOS | Santa Cruz de Tenerife
VÃdeos de mujeres tomando el sol en top less, imágenes de hombres con atractivos cuerpos o parejas en situaciones comprometedoras son tan solo alguno de los ejemplos del voyeurismo digital, una mala práctica consistente en tomar imágenes o vÃdeos de bañistas para posteriormente difundirlas por Internet.
Factores coyunturales explican el auge del videovoyeurismo según la Agencia para la Picaresca, el primero de ellos es el gran crecimiento que los smartphones han experimentado en nuestro paÃs. España lidera el uso de smartphones en Europa, un 63,2% de los consumidores españoles posee un móvil de este tipo. La tasa supera a la de Reino Unido (62,3%), Francia (51,4%), Italia (51,2%) y Alemania (48,4%) hasta el punto de que el 80% de los nuevos teléfonos móviles que se compran son de estas caracterÃsticas. Los smartphones disponen de cámara de vÃdeo integrada, además de app’s y aplicaciones de todo tipo que permiten compartir los videos y difundirlos de manera casi instantánea.
La movilidad que ha conseguido Internet en el 2013 no tiene precedentes; smartphones y tablets permiten conectarse en la playa, el tren o cualquier otro medio distinto al entorno habitual. Las cifras confirman la tendencia; el consumo de ADSL e Internet cae un 10% en verano mientras que el uso de Smartphones y tablets crece hasta un 15% durante el verano.
Canals recuerda que el voyeurismo digital saltó a los medios públicos hace 4 años cuando en Internet empezaron a proliferar los primeros sitios web con fotos robadas a bañistas, en aquella época el medio logÃstico era la cámara digital, en el 2013 el fenómeno se ha trasladado sin embargo a los smartphones y tablets, su movilidad y capacidad para registrar videos de alta calidad facilitan la logÃstica del voyeurismo electrónico dando paso al fenómeno del video robado.
En la mayor parte de casos se trata de videos robados a bañistas durante las vacaciones, pero también abundan contenidos audiovisuales de mujeres en top less, vestuarios o algunos tomados en la misma vÃa pública. Las vÃctimas son anónimas ya que desconocen que se su imagen se ha convertido en objeto de exhibición.
Muchos voyeurs digitales improvisan y se camuflan como un bañista más, simulan encender o apagar su terminal cuando en realidad están tomando una foto a la vÃctima cercana. Otros sin embargo tienen sus propios códigos, disponen de sus propios mapas voyeur en Internet, lugares como zonas boscosas cercanas a playas, miradores con vistas a playas u otros espacios estratégicos donde perpetrar su acción con mayores posibilidades de éxito.