Realizado el balance popular, y comprobado que la situación económica, social y polÃtica es insostenible y nociva, se inicia el proceso de la revolución civil cómo única vÃa que nos permita introducir las reformas que, respetando el sistema de libertad y democracia, corrijan los grandes defectos y carencias para abrir el camino hacia la democracia real y participativa.
El pueblo, es decir, la inmensa mayorÃa de los ciudadanos adopta, en referéndum autónomo y esporádico, convocar un paro general sine die hasta alcanzar las reformas absolutamente necesarias para recuperar la dignidad democrática y derechos civiles y laborales arrebatados a golpe de decretazos unilaterales, imponiendo una mayorÃa absoluta lograda a través de una estafa electoral.
Un levantamiento civil al margen de los partidos polÃticos, instituciones públicas, sindicatos, iglesia y medios de comunicación social, por tratarse de los responsables máximos del caos económico, social y democrático en el que estamos enterrados. Avisamos que el órgano máximo de la revolución civil se dotará de una comisión que impedirá la filtración de los depredadores, esquiroles, arribistas y lameculos, localmente de todos conocidos.
No podemos quedarnos de brazos cruzados, y en el ejercicio de nuestro natural carácter revolucionario, hemos decidido pasar a la lucha práctica para implantar los valores, normas y actitudes que exige la nueva democracia real. Anunciamos de antemano a los polÃticos en activo que depongan su actitud interesada y contrarrevolucionaria para impedir las reformas, que, entre otras novedades, implantará las elecciones en listas abiertas.
El carácter pacÃfico de la revolución civil sólo recurrirá a la violencia en el supuesto de que los poderes fácticos intenten, mediante la represión de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, abortar la sublevación popular en su legÃtimo derecho constitucional.
Aviso: ¡revolución civil, ya!