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La Catedral de La Laguna cumple cien años – Por Fernando Clavijo Batlle

   

El pasado viernes se celebraba el centenario de uno de los monumentos fundamentales de esta ciudad: La Catedral de La Laguna, sede de la Diócesis Nivariense y templo esencial de nuestra Historia, junto con la Iglesia Matriz de La Concepción.

Durante el acto, en el que intervinieron el Obispo, don Bernardo Álvarez y el Deán de la Catedral, don Julián de Armas, ante las numerosas autoridades y público presente, quise señalar que me encontraba ante una de las ocasiones más especiales que puede vivir un alcalde, ya que celebrar los cien años de este templo, que tan importante es para los laguneros y los canarios de muchas generaciones, es un honor del que soy consciente y que quiero agradecer, de nuevo, a través de estas palabras.

La Laguna, ciudad poliédrica y múltiple, tiene muchísimos hitos en su larga existencia. Es la primera ciudad de Occidente fundada expresamente para la paz y la concordia. Es, también, la primera capital de la Isla de Tenerife, que eligiera el Adelantado Fernández de Lugo para asentarse, y la única ciudad Patrimonio de la Humanidad de Canarias, sede de la primera Universidad del Archipiélago y cuna de grandes hombres y mujeres que han llevado su nombre, con orgullo, por el mundo.

Y la Catedral, como quedó más que patente el viernes, es, por supuesto, uno de esos hitos.

Edificada en el mismo lugar donde se construyera, en 1511, una primera Ermita a la Virgen María, y sobre la desaparecida Iglesia de Los Remedios –gracias al empeño del Obispo Nicolás Rey Redondo, que la costeó en buena parte, con su patrimonio personal– su valor va más allá del hecho de ser un Monumento Histórico-Artístico que contiene importantísimas obras pictóricas, escultóricas y votivas.

Y así, como algo más grande e importante, que trasciende el propio edificio, hay que entenderla. Tiene, además, la particularidad de que su vida ha sido, como la de esta ciudad que la acoge, azarosa y llena de obstáculos.

Pero ha tenido, también, en este siglo de existencia, el privilegio de que entre sus muros se hayan quedado los ecos de las ilusiones, los anhelos, las esperanzas y los sueños de hombres y mujeres que llegados de todas partes han rezado, amado y llorado en este templo.

Es, pues, un elemento fundamental de nuestra Historia, pero también protagonista de las historias más pequeñas, cotidianas; de la vida de las muchas personas que por aquí han pasado.

Es una parte vital de la Semana Santa, de nuestra tradición de siglos; una postal irrepetible, una clara seña de nuestra identidad, de nuestra cultura, que ha servido de inspiración a artistas y sin la cual La Laguna no sería la misma.

Es, en suma, la expresión de la fe y de la esencia de un pueblo que la ha engrandecido con su respeto y su cariño.

Por ello, con motivo de este centenario, sabiendo, además, que es un elemento insustituible del motor económico de La Laguna, quiero expresar, de nuevo, el deseo de que la Catedral pueda ser abierta cuanto antes al culto -puesto que para ello fue erigida– y pueda, asimismo, ser admirada por todos aquellos que nos visitan cada día.

*ALCALDE DE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA