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EL CRÁTER >

Cinco minutos – Por Juan Carlos García

   

Primer día de curso. Llueve en la villa y corte. La calle mojada. Las demoras alcanzan hasta los cinco minutos. Van llegando poco a poco. Uniformados. Impolutos. Jornada de aniversarios de diferente calado, el 11 de septiembre es una de esas fechas del calendario marcada a sangre y fuego en el pasado reciente de diversos pueblos. En lo que se van acomodando en sus respectivos asientos en cinco minutos, se deslizan conversaciones entre ellos sobre esos acontecimientos producidos tal día como ayer. Unos hacen referencia a la toma de la ciudad de Barcelona en 1714 por parte de las tropas borbónicas, su conmemoración en el día nacional de Cataluña y el desafío actual del Gobierno catalán. Otros aluden, con diferentes apreciaciones, a los conocidos como atentados del 11-S en Estados Unidos hace doce años y el punto de inflexión que supuso en cuanto a la seguridad mundial. En un tercer grupo, unos canarios recuerdan las 22 muertes que se produjeron en el incendio de La Gomera en 1984. Por último, en un corro heterogéneo se charla sobre el cuarenta aniversario del golpe de estado en Chile y el inicio de la dictadura de Pinochet. Han sido cinco minutos. Y algunos han recordado hasta a Amanda, que se iba a encontrarse con Manuel.

Esperando por el comienzo del curso, alzan la mirada al techo con curiosidad y sorpresa. Las expresiones con el dedo índice señalando las alturas denotan cierta estupefacción. Hay goteras. Y ellos estarían dispuestos a poner cubos. La fuga de agua no era en un centro de enseñanza, sino en el mismísimo Congreso de los Diputados. Su presidente, Posada, espeta: “Ha pasado algo que no debía haber ocurrido”. No esperaron cinco minutos, sino dos horas hasta poder comenzar el primer pleno del curso político. “La vida es eterna en cinco minutos” cantaba el chileno Víctor Jara, torturado y asesinado cinco días después del golpe de Pinochet. Dicen que en las dos horas que duró una reparación más propia de Pepe Gotera y Otilio, algunas de sus señorías siguieron las recomendaciones de la alcaldesa madrileña: “Relaxing cup of café con leche” en el Congreso. Cinco minutos bastaron para tener la percepción de que la política española hace aguas por todos los lados.