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El cuento de la lechera – Por Francisco Pomares

Canarias bate récords históricos en la llegada de turistas de otros países, con un millón setecientos mil visitantes entre julio y agosto de este año, una cifra que supone la mejor desde que hace ahora trece años comenzaron a hacerse estadísticas sobre el paso de fronteras. Es cierto que a los extraordinarios datos de crecimiento de turistas de fuera hay que contraponer la caída del turismo peninsular, que continúa en su ciclo de crisis. Aún así, el sector ha vivido este pasado mes de agosto su mejor mes, con una recuperación de los precios hoteleros sólo superada por Baleares. Este sería un motivo suficiente para felicitarse.

Pero parece que los únicos que tienen motivos para la alegría son los hoteleros, que suman meses haciendo caja. Porque este crecimiento -fruto principalmente de la quiebra de los destinos en el sur y este del Mediterráneo- no consigue mover el empleo. No al menos en la medida en que parecería lógico. El turismo es el motor económico de la región, pero el empleo sólo crece cuando funciona el binomio turismo-construcción, algo que no está ocurriendo ahora. Quizá por eso, la estrategia del Gobierno regional es apostar por la rehabilitación hotelera, que implica a ambos sectores. La cita de Rivero con los banqueros españoles en el hotel Palace de Madrid va en esa dirección: lo que se pretende es conseguir que los bancos aporten hasta 3.000 millones de euros para rehabilitación, un dinero que Rivero nos dijo hace un par de meses que traería de Europa.

El Gobierno ha presentado la cita del Palace como un gran éxito, y sigue con la milonga de los famosos 3.000 millones. Lo cierto es que lo que Rivero se trae de Madrid en el bolsillo es la promesa de cien millones de euros en créditos para obras de rehabilitación, que probablemente tendrá que avalar el Gobierno. Y que Rivero completará con otros cien millones de dinero público que financiarán proyectos de mejora de entornos turísticos. No se trata de censurar este pequeño acuerdo: de esta crisis se saldrá poco a poco, haciendo camino al andar. Cien millones son más que nada, y si finalmente llegan y sirven para activar la rehabilitación, bienvenidos sean. El problema es que la Administración canaria -no es la única, desde luego- tiende a tirar las campanas al vuelo e inventar la pólvora todos los días. La reunión del Palace no ha sido un fracaso. Lo que es un fracaso es una política que convierte cada gestión del Gobierno en una heroicidad personal de Rivero, con resultados extraordinarios y promesas de un futuro mejor. Que luego no llega o llega en mucha menor medida de la cacareada.