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Juanito Cruz – Por Leopoldo Fernández

   

Casi han coincidido en el tiempo su 65 cumpleaños, el cincuentenario de la publicación de su primera crónica y los 50 años de fecundo ejercicio profesional. En este medio siglo, Juanito Cruz ha acabado por convertirse en la quintaesencia del periodismo exigente y comprometido. En una trayectoria difícilmente superable para cualquier profesional isleño, este portuense menudo pero grande por el conjunto de su obra y el eco que deja su calidad, ha compaginado la práctica periodística -de la crónica al reportaje, del artículo a la entrevista- con la edición de libros, la crítica cultural y deportiva, la tertulia de radio y de televisión, el ensayo, la novela y, más recientemente, el blog como herramienta de conocimiento y entendimiento. Juanito es un triunfador. Un triunfador prolífico que se lo ha currado a base de esfuerzo y superación. De aprender y saber escuchar. De llevarse la isla a cuestas, y de patearla, amarla y difundir sus grandezas -también sus pequeñas miserias, para no perder ese punto de equilibrio que impregna su trabajo- allá por donde va. Conozco a Juanito desde principios de los años setenta, cuando yo trabajaba en Madrid, en la agencia Europa Press, y supe de sus desvelos periodísticos en La Tarde y El Día, y de su determinación de trasladarse a Londres como corresponsal del entonces nonato El País, tras constatar que la Isla se le había quedado pequeña. Desde entonces, fue ganando en capacidad y en peso cultural. Siempre con los mejores periodistas y los mejores literatos. Ha dejado piezas admirables de su buen hacer y ha desparramado fantasía, testimonios y cultura en las dos orillas del Atlántico con su desbordante curiosidad intelectual, como le reconoció el Premio Nacional de Periodismo Cultural 2012, del mismo modo que antes lo habían hecho el Premio Canarias de Literatura, el Azorín de novela y nuestro Benito Pérez Armas. Estos días anda Juanito entre homenajes, reconocimientos y protagonismos merecidos, aquí, en su Puerto de la Cruz del alma, y allende las fronteras insulares. Estuve en su conferencia portuense del jueves -a la que se sumaron los escritores Julio Llamazares y Javier Reverte y hasta Paulino Rivero en un gesto inusual que le honra-, y la afluencia de público y la calidez y admiración por Juanito desbordaron todas las previsiones. Ahora recoge lo mucho y bueno que ha sembrado en ese ir y venir al encuentro de la gente, desde su infancia llena de miedos y palabras radiadas a la madurez plena de vivencias, recuerdos y viajes interiores y exteriores. Para contar lo que pasa y lo que imagina. Abierto siempre a ese aire limpio y libre que tan felizmente respira este gran embajador de Tenerife y de Canarias que es Juanito Cruz.