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Preguntas hábiles – Por Andrés Brito

   

Conversación escuchada en la radio:
-¿Qué le parece lo que quiere hacer (y aquí pronunció el nombre de cierto presidente de gobierno autónomo español)?
-¿Qué quiere hacer? -responde el entrevistado-.
-Presentarse a la reelección.
-¿Cuándo ha dicho eso?
-Bueno, lo ha insinuado.
-¿Cómo sabe usted que es eso lo que ha insinuado?

Me pareció estupenda la forma en la que el entrevistado se “zafaba” de la red en la que quería atraparlo el periodista para no decir aquello que los oyentes estaban esperando conocer: el posicionamiento del personaje ante una noticia aún no confirmada por fuentes oficiales. Apliquemos este sencillo ejemplo a tu vida cotidiana. ¿Qué pasaría si en tus conversaciones hicieses, por ejemplo, diez veces más preguntas de las que formulas ahora para confirmar la información que manejas al dialogar antes de emitir una respuesta? La pregunta es probablemente la herramienta más poderosa del lenguaje porque abre infinitas posibilidades de reflexión en el interlocutor. Además, por lo general nos ponemos tensos ante un silencio y procuramos rellenarlo con palabras lo antes posible, lo que para ti puede ser una ventaja si te callas tras formular la pregunta y miras a los ojos a la persona que ha de responder haciendo aún más intrigante la espera de una contestación.

Te estoy describiendo una habilidad básica ya utilizada por el filósofo Sócrates con el método mayéutico. Además, no creo que sea cierto eso de que contestar con otra pregunta es de mala educación. Todo lo contrario: creo que hacerlo aquilata la conversación para asegurarnos de que hemos comprendido lo que se nos ha preguntado y responder así de manera más adecuada y alineada a nuestros intereses.

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